Por Federico Morel

La lluvia intensa de las primeras horas del viernes intentó poner en duda la realización del acontecimiento, tan esperado como deseado por más de un amante de la música local. Es que Mamita Peyote y Rosario Smowing prometían, desde el lanzamiento del evento, realizar un ritual brillante y musical en el escenario del Humberto De Nito, luego de 10 meses de incertidumbre y malestar emocional, provocados por las restricciones de pandemia que impidieron las presentaciones en vivo de las bandas.

Sumado a esto, la ansiedad potenciada por la suspensión del show en su fecha original, el 8 de enero, por contagios de Covid-19 de algunos de los integrantes de Mamita, que hicieron que tuviese que ser pospuesto el evento 20 días.

Llegadas las 5 de la tarde y con la información del sistema meteorológico, se supo que la lluvia se alejaba, lo que permitió a cientos de fanáticos -entrada en mano-, plantarse en el ingreso al anfiteatro dos horas antes de que diera comienzo el recital.

Las burbujas sanitarias, junto con el excelente servicio de acomodadores brindado por la LALCEC (como de costumbre), hicieron que el distanciamiento social sea el primer protagonista de la previa, la cual solo lograba elevar la ansiedad de un público que resultó muy respetuoso frente a cada uno de los protocolos establecidos.

Las luces se encienden

Llegada las 21, las luces del escenario comenzaron a aclimatar el momento tan ansiado. Sonaron los primeros acordes que anunciaron la llegada de la cantante y frontwoman de Mamita Peyote a la escena principal. La presencia de Eugenia Craviotto generó los gritos y aplausos de bienvenida. La fiesta acababa de empezar.

Es bastante complejo explicar la alquimia que se da entre los artistas y su público. Pero a través del sentido común, se puede analizar esta reacción casi natural provocada por la música al llegar al oído de las personas que forman parte de gente acostumbrada a recibir un sonido limpio, claro y concreto, emanado por cada uno de los instrumentos que componen esta formación, ajustada y disciplinada, que durante la cuarentena no paró nunca de trabajar, componer y crear cada segundo de lo expuesto en esta presentación.

A medida que los temas pasaban, se hacía casi imposible evitar que el cuerpo se moviera. Consciente de esta reacción química, Craviotto aprovechó cada instancia entre tema y tema para recordar que Santa Fe fue la primera provincia que avanzó en la realización de eventos con público, y que para sostenerlo era indispensable la responsabilidad de cada uno de los asistentes.

La lista de temas dio directo en el corazón de oyentes y espectadores. La expectativa y la ansiedad desaparecieron, a medida que pasaban las canciones, y la alegría de pertenecer a este momento imborrable para la memoria, se apoderó del ambiente. Las almas estaban en pleno ritual.

Los temas pasaban junto a artistas invitadas especiales como ‘Sista Aguss’ Amlak y Sabina Chiaverano, que pusieron pimienta a la cuestión. Hip Hop, reggae, cumbia, rock, sonidos latinos, improvisaciones, conformaron el conjunto de interpretaciones que llegaron en profundidad hasta el espacio más recóndito del alma.

No se puede bailar

Luego de una hora de intensidad musical, resultaba casi imposible elevar la vara festiva. Las colas en los escasos baños químicos que estaban dispuestos, se hacían más largas y el apuro por volver al lugar de la burbuja se hacía más intenso.

La Smowing comenzó a sonar y aquellos que esperaban para poder orinar se olvidaron de esa necesidad fisiológica, porque ver la salida del capitán Casanova era, aún, más importante.

El show contó con la mitad de temas clásicos y la otra mitad de canciones nuevas, pero con el mismo espíritu rebelde y danzante que caracteriza a esta nave sonadera que contagia alegría y baile.

“No se puede bailar”, dijo el cantante, recordando a los asistentes que debían permanecer sentados y en sus burbujas sociales. Pedido que todo el tiempo resultó difícil llevar adelante, por una cuestión natural: el cuerpo se movía al compás de las canciones de la Rosario Smowing.

Llegada la tercera parte del show, la felicidad era colectiva y la banda repartía su tiempo entre los bailes, los saltos y sus performance en el piso -que hacían delirar a la gente-.

Definitivamente, un momento emocionante, fue el tributo a Sandro con la interpretación de la canción «Ave de Paso», donde las emociones no solo se cruzaron para los artistas sino que el público entendió completamente que era un lapsus especial dentro de un maravilloso y contundente show, de esta banda icónica de nuestra ciudad.

Una noche mágica, de encuentro y alegrías, fue la que se vivió en esta jornada que se hizo esperar literalmente pero que cumplió con su objetivo: juntar a Mamita y a la Smowing, un sonido único, compacto y limpio, y que el público respete los protocolos de salud y cuidado por Covid. La misión estuvo cumplida con creces.