Por Javier Hernández

Foto: Prensa MDQFF

“Es una película que intenta comunicarse con el sentimiento y la esperanza”, fueron las palabras cargadas de afecto y emoción que utilizó Néstor Zapata, para cerrar la presentación y abrir la proyección de su segunda y última película, <Milagro de Otoño<, ante una multitud que, este último domingo por la noche, colmó el cine Ambassador 3.

Un día, a los 78 años de edad, Zapata llegó a la «Casa del Cine», Mar del Plata, para hacer un estreno mundial. <Milagro de Otoño< (2019) que se conocerá en marzo de 2020 en los cines rosarinos y de todo el país formó parte de la sección “Presentaciones Especiales” del único Festival Internacional de Cine de Mar Clase A del continente. Y repetirá este martes con una segunda función en el mismo complejo de cines.

Su equipo técnico, de producción y actores protagónicos como Luis Machín y Sol Zaragozi, estuvieron en la gala del domingo junto al director, en lo que fue la primera pasada para público y también para ellos mismos, un termómetro fundamental que empezó con el pie derecho en una proyección que se colmó de espectadores y que, ya desde las primeras horas del día, mostraba el letrero de “entradas agotadas” en su puerta. Una marca de lo que, en la previa, provocaba la película entre marplatenses y turistas que visitan la ciudad por estos días.

Nombrar a Zapata es hablar de teatro, de dramaturgia, de docencia y compromiso social desde arriba y abajo de los escenarios. También es, ahora decididamente, hablar de cine. El Festival de Mar del Plata, el más icónico e importante del país, lo abrazó y lo invitó a ser parte de su historia.

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Hace cinco años, a los 73 de edad, Néstor Zapata se embarcó en lo que era un sueño y decidió navegar en el séptimo arte pariendo <Bienvenido León de Francia<, explorando así otro lenguaje con la misma pasión que le dedicó al teatro por más de sesenta años desde el grupo Arteón.

En 2019, con una industria cinematográfica en resistencia ante la crisis, este director rosarino volvió a la pantalla grande y regaló una película rodada en Rosario y otras localidades santafesinas con presupuesto reducido pero sobrado amor y pasión, como la que aprende a descubrir su protagonista que encarna, en la historia, el actor Luis Machín. Un amor que, convertido en mercancía es vacío y aparente pero que, librado a su rumbo, es revolucionario y político. Con esa impronta y una búsqueda estética definida, la película ofrece un relato con tonos de época que la acercan a cierto realismo mágico, y coquetea con el cine fantástico, mostrando una realidad que puede ser de ensueño.

“Un bar de mala muerte, ambiente tanguero, partida de truco, una camarera embarazada que es maltratada por su jefe, quien luego la dejará en la calle con su hijo recién nacido. Ese niño, llamado Faxman por un viejo ilusionista, crece y se convierte en eso mismo, y recorre diferentes ciudades de la Argentina con su espectáculo. Durante una función, Faxman (Luis Machín) conocerá a Candelaria (Sol Zaragozi), quien se convertirá en su ayudante y, también, en el amor de su vida”, describe la sinopsis de <Milagro de Otoño<.

Si bien es una película de época, Zapata parece concebir la historia como una metáfora política de una sociedad actual que se desvanece en su soledad. Hablar, a través de Faxman, un personaje que debe sobrellevar todo tipo de penurias, es también hablar sobre la desintegración del ego, la seguridad (o su opuesto), la individualidad, y la falta constante de amor, afecto, y compromiso para llevar las riendas de la propia vida que no debería prescindir del otro/otra.

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Así, la película, basada en un cuento homónimo de su director, sumerge al espectador en un historia de amor que invita a ser transitada con un ritmo sosegado. Cargada de referencias territoriales que cualquier rosarino podría adivinar pero que no son centrales en la historia, el film parece proponerse hablar de temas actuales de los que pocos ensayan: la esperanza que no es conformismo, el tiempo que es finito, y la vida que debe ser vivida pero, eso, implica el reconocimiento de la muerte y la finitud de la historia. La puerta en <Milagro de Otoño< conduce al otro/otra. Zapata la deja entreabierta e invita a traspasarla para amar y reconocer al semejante (y reconocerse él mismo en su espejo). Más político parece imposible en tiempos que proponen un “sálvese quien pueda”.

Porque el amor no admite la individualidad ni la soledad, con <Milagro de Otoño< el director consigue cimentar un puente, nada mas y nada menos, por donde su protagonista podrá transitar. Pero el puente no es todo, las condiciones estructurales que son fundamentales no alcanzan por sí solas para accionar un cambio y emprender el camino que Faxman (y todos los espectadores junto a él) transitará no sin dificultades y fantasmas que vencer.

El film tiene un elenco que completan Mario Alarcón y Bárbara Zapata. La música está a cargo de Jorge Cánepa, la producción de Enrique Fenizi y Néstor Zapata, la dirección de arte, de gran lucimiento es de Carolina Cairo y Lucas Comparetto y la dirección de fotografía de Héctor Nene Molina.