La Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH) advirtió que la industria atraviesa actualmente «la mayor crisis histórica». Desde el sector manifestaron que no hay señales contundentes de parte de la Secretaría de Energía respecto de cómo se recompondrá la situación.

«La industria de biocombustibles que abastece el mercado interno está atravesando una gravísima crisis», afirmó el director ejecutivo de AABH, Claudio Molina, al brindar un panorama de la situación actual.

Según explicó, el precio vinculante para la compraventa en el mercado interno no fue actualizado durante diez meses y cuando se hizo, con un 10 por ciento de incremento, fue insuficiente para cubrir los costos variables.

«Las pérdidas generadas a la industria de biocombustibles que abastece al mercado interno, por acción o inacción de la Secretaría de Energía, son irreparables, no existen políticas activas que en un tiempo razonable puedan compensarla. A mi entender, es la mayor crisis histórica de esta industria, lo que genera mucha impotencia, porque pudo haber sido evitada«, alertó Molina en dialogo con el portal Surtidores.

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Parte de este escenario de crisis es el incumplimiento de los mandatos de corte -principalmente en biodiesel, aclaran desde AABH-. La situación fue definida como «un efecto pinzas» que lleva al cierre varias plantas.

«Por ejemplo, para noviembre la Secretaría de Energía asigna cantidades de biodiesel y bioetanol a entregar por los productores a los refinadores de petróleo, cercanas a lo necesario para cumplir con los cortes vigentes -12 por ciento en bioetanol y 10 por ciento en biodiesel-, pero todo el mundo sabe que los precios vinculantes fijados son de quebrantos y  que por ende, casi nadie puede entregar», especificó Molina.

Desde la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno expresaron que son conscientes de que la actual gestión recibió de parte del Gobierno anterior una situación extremadamente delicada, pero tampoco realizaron modificaciones sustanciales en las políticas destinadas al sector. Es más, la profundizaron el malestar de la actividad.

El director ejecutivo de AABH precisó: «Las nuevas autoridades de la Secretaría de Energía recibieron una ‘brasa caliente’ de sus antecesoras, las que a su vez agravaron los serios problemas que venían de arrastre de la gestión de Cambiemos. Es insoslayable que lo ocurrido en materia de política de biocombustibles este año, ha sido tan malo que superó ampliamente a la pésima gestión de Cambiemos en la materia».

El panorama marca un rumbo que, en caso de no modificarse, tendrá como destino una catarata de bancarrotas y un intenso aumento de la conflictividad, ya que el sector comprende -entre directos e indirectos- unos 50.000 puestos laborales.

A la falta de soluciones de fondo se agregó la batalla contra el lobby petrolero y sus estrategias para imponerse sobre el sector de bios. Desde la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno denunciaron directamente la existencia de una campaña de desprestigio hacia los biocombustibles, impulsada por uno o más refinadores de petróleo, usando verdades a medias y conceptos falsos con el fin de confundir a la opinión pública.

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«Se exterioriza en el marco de esa campaña, por ejemplo, que el biodiesel provisto a los refinadores de petróleo es de mala calidad, cuando es obligación de la Secretaría de Energía controlar la misma de acuerdo a la legislación vigente y a lo largo de diez años, no han llevado a cabo los análisis correspondientes, y si hicieron alguno, fue por excepción», detalló Molina en declaraciones al portal especializado Surtidores.

Y añadió: «O sea, la Secretaría de Energía no cumple con sus funciones. Aprovechan así uno o más refinadores de petróleo esa debilidad para generalizar lo que puede ocurrir en casos aislados, poniendo en la misma bolsa a todos los productores».

Este no es el único punto de la mentada campaña de difamación que denuncian desde la AABH. Los refinadores que la impulsan plantean también que a la Argentina le conviene primarizar sus exportaciones, dado que por transformar aceite de soja o maíz en biocombustibles, el Estado no recauda derechos de exportación.

«Se trata de un planteo tan irracional, como lo sería pretender que todos los combustibles que se usen en el país, se importen y a cambio se exporte el petróleo crudo, o como pretender que toda la carne que se consuma en el país se importe, para que el maíz, la harina de soja u otros productos agroindustriales que consume el ganado, se exporten y tributen derechos de exportación», aseveró Molina.

«Además -continuó- plantean que la industria argentina de biocombustibles está madura y que no  necesita promoción alguna, como si en catorce años desde la sanción de la Ley 26.093, podría madurar una industria que en el caso del petróleo llevó más de un siglo para lograrlo».

Apoyo

Hace unos días el Senado de la Nación dio media sanción y giró a Diputados un proyecto de ley que prorroga la vigencia de la Ley de Biocombustibles hasta el 31 de diciembre de 2020. Lo importante de esta iniciativa, es que fue votada por setenta senadores, existiendo dos ausentes, un gesto político que muestra un respaldo al sector de biocombustibles.

Molina contó que «paralelamente y desde el punto de vista formal, el Poder Ejecutivo tiene la facultad de acuerdo a lo establecido por el artículo 1 de la Ley 26.093, de extender la vigencia de este régimen hasta la misma fecha».

«Hacia el interior de la industria de biocombustibles, hay distintas visiones sobre esta prórroga, algunos la apoyan y otros como yo, sostienen que es mejor sancionar una nueva ley», concluyó.