El 19 de julio de 1976, un grupo de tareas del ejército dio con el paradero de Mario Roberto Santucho, secretario general del PRT-ERP, que se encontraba en un departamento de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires. Con él estaba su compañera, Liliana Delfino, una de las fundadoras del Partido, Benito Urteaga -miembro del Comité Ejecutivo (CE)- con su hijo de tres años y Ana María Lanzillotto. Tras la irrupción de los militares se produjo una balacera y cayó muerto Benito Urteaga. Mientras que Santucho quedó fatalmente herido al igual que su perseguidor, el capitán del ejército Juan Carlos Leonetti. Liliana Delfino y Ana Lanzilotto, fueron secuestradas y conducidas a Campo de Mayo. Ambas estaban embarazadas y aún permanecen desaparecidas. Ese mismo día, en operativos aparentemente conectados, fueron secuestrados Domingo Menna, también miembro del CE, y Fernando Gertel, secretario y enlace del buró político.

Con la muerte de su líder, la organización militar y política que conducía el contador santiagueño se encaminaba a una derrota definitiva en la lucha armada que libraba por la toma del poder y el socialismo en la Argentina de ’70.

En diciembre de 1975, el ERP había sufrido una dura derrota en el intento de copamiento del Batallón 601 de Arsenales Domingo Viejobueno, ubicado en Monte Chingolo, partido de Lanús, en el marco de una operación en la que perdieron la vida 90 de sus militantes.

Aunque en las semanas posteriores al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, las bajas humanas y pérdidas materiales de la organización guerrillera se multiplicaban, Santucho y la conducción del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) -brazo político del ERP- confiaban en que con la llegada de los militares al poder, Argentina entraría en una etapa de radicalización social.

A principios de julio, el Buró Político del PRT decidió que debía replegarse con la finalidad de preservar a sus cuadros y la estructura operativa que aún conservaba. Así, un sector de la conducción quería que Santucho saliera del país de forma inmediata, pero el comandante del ERP decidió que dejaría el país recién el 20 de julio, ya que tenía una cita previa con Mario Firmenich, jefe de Montoneros.

En esa reunión se abordaría la conformación de la Organización para la Liberación de Argentina (OLA), una alianza que nuclearía a las agrupaciones armadas que enfrentaban a la dictadura cívico-militar.

El 19 de julio era una jornada fría y gris en Buenos Aires, y al mediodía, un grupo de cuatro hombres al mando del capitán del Ejército Juan Carlos Leonetti llegó en un auto sin patentes a Venezuela 3149, la dirección de ese edificio de 13 pisos donde se hallaban Santucho y Benito Urteaga, número dos en la dirección del ERP. Todos los integrantes de este grupo estaban vestidos de civil y abordaron al portero en la entrada del edificio y lo obligaron a que los guiara hasta el departamento B del cuarto piso, donde irrumpieron y se produjo un tiroteo con sus ocupantes de la vivienda.

Terrorismo de Estado

En medio de la refriega, cayeron Santucho, Urteaga y Leonetti, además fueron capturadas Liliana Delfino -la segunda esposa de Santucho y Ana María Lanzilotto -la compañera de Menna, embarazada de ocho meses-, quienes desde entonces permanecen desaparecidas.

El Gobierno del dictador Jorge Rafael Videla informó que Santucho, quien entonces tenía 40 años, murió en Villa Martelli, pero investigaciones posteriores determinaron que el jefe guerrillero llegó muy mal herido a Campo de Mayo, y el destino de sus restos aún se desconoce.

Ese mismo día, Luis Mattini fue designado al frente de una nueva conducción junto con Eduardo Merbilhaá, Jorge Oropel, Daniel Martín y Enrique Gorriarán Merlo.

En 1979, lo que quedaba del PRT-ERP se fragmentó, Mattini y un grupo permanecieron en Europa, en tanto que Gorriarán lideró una avanzada que se trasladó a Nicaragua para tomar parte de la naciente Revolución Sandinista.

Un año más tarde, Gorriarán dirigiría la operación que se cobró la vida del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, en Asunción del Paraguay.

Años más tarde regresaría clandestinamente a Argentina para fundar el Movimiento Todos por la Patria (MTP), la agrupación que llevaría a cabo en 1989 el frustrado y descabellado intento de tomar el regimiento de Caballería Mecanizada de La Tablada, durante los últimos meses del Gobierno constitucional de Raúl Alfonsín.