Por Andrea San Esteban

Cuando hablamos de déficit fiscal financiero, nos referimos a que el total de erogaciones supera a nivel de Estado, a los ingresos. Esta definición tiene contenido político y modela el tipo de economía que se lleva a la práctica, por ejemplo cuando se habla de gasto en educación, específicamente en el Conicet, no  es un gasto es una inversión, o si se quiere es un “costo social”, para garantizar el futuro,  con algún grado de independencia  de la ciencia y tecnología de nuestro país.

Lo que no se va en suspiros se va en lágrimas

En dialogo con Conclusión Juan Carlos Latrichano, Contador Público Nacional. Profesor de Macroeconomía en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, sostiene  que,  “el actual déficit fiscal correspondiente al período enero- octubre de 2017, creció un 16.7% con respecto a igual período de 2016” y agrega, “ello pese a que la recaudación fiscal creció por encima del gasto. En efecto mientras los ingresos aumentaron por encima del 30 %, el gasto primario creció por encima del 24% y el de capital por encima del 20%”. Latrichano destaca que este “desempeño se produjo principalmente por las siguientes razones:

  1. a) Los ingresos crecieron ayudados por el incremento de la producción.
    b) Los gastos disminuyeron en comparación con los ingresos debido a la disminución de los subsidios a los servicios energéticos.
    c) El gasto de capital también disminuyó en comparación con los ingresos debido a que en octubre se produjo un descenso en este rubro comparado contra igual mes del año pasado”.

El Profesor Latrichano, termina su alocución diciendo, “los intereses crecieron este año comparado contra igual período del año pasado un 88%.Es muy probable que los ingresos aumenten a menor ritmo debido a que la producción se retrasaría por el menor poder adquisitivo de los consumidores (baja de jubilaciones, asignaciones por hijos y de salarios, todo ello en términos reales), en tanto que los gastos serían rígidos a la baja. Además los intereses seguirían creciendo”

Debajo de la lona

Explicando más, podemos decir, que  estos guarismos “positivos”, se evidencian  al comparar este ejercicio con el del año 2016, que ha sido el peor en mucho tiempo, por lo cual cualquier leve mejora no significa que la salud económica del país se repare, por ejemplo, si hemos descendido 10 escalones y ahora subimos 1, podríamos decir que mejoramos un 10 por ciento, pero seguimos en menos 9.

Los gastos primarios crecieron el 24 por ciento en comparación al incremento del 30 por ciento de los ingresos, podría interpretarse como una buena noticia, pero es el resultado de transferir a las espaldas de los consumidores los mayores beneficios otorgados a las empresas de servicios, por los aumentos de tarifas, que a su vez restaran poder adquisitivo a los consumidores.

Por si fuera poco hay que sumarle la baja de las jubilaciones, la Asignación Universal por Hijo, los salarios y el anuncio de nuevos despidos en el marco de la tan anunciada reforma laboral.

La situación empeora porque los intereses de la deuda externa aumentaron en un 88 por ciento, situación que pareciera agravarse, por la continua contracción de nueva deuda,  que lleva al país a la frontera de los 300mil millones de dólares en obligaciones externa.

La balanza no miente

Se ha informado oficialmente que las importaciones en el periodo enero-octubre, superaron a las exportaciones en 6.100 millones dólares. Alcanzando el mayor déficit de la historia económica del país, producto de las políticas económicas  de bajas arancelarias y del atraso cambiario. Déficit que se financia con mayor endeudamiento. Por ello para hacer frente a los interese que hay que pagar, se debe reducir a su mínima expresión a todo el gasto publico social, con el consecuente costo para toda la población, que empeña su futuro para mantener el presente político.