Por Alejandro Maidana

La producción agropecuaria en la Argentina se sustenta en la utilización de fertilizantes sintéticos para cubrir la demanda nutricional de los diferentes cultivos, principalmente nitrogenados y fosforados. Con un 75 % de origen importado, sin duda alguna afecta la balanza comercial de nuestro país. Se tratan de sales minerales altamente solubles, poco diversificadas, con una baja eficiencia de aprovechamiento por parte de las plantas generando altas externalidades negativas sobre el ambiente, por ejemplo, el aumento de la concentración de nitratos en las aguas subterráneas superiores al límite recomendado de 3 mg/l, y la eutrofización de los cuerpos de agua ocasionando la mortandad masiva de peces, aves o mamíferos.

Por otra parte, en los planteos técnicos actuales, la tasa de extracción de nutrientes es más elevada en relación a la tasa de reposición, lo cual provoca una pérdida de la capacidad productiva de los suelos. Además, la práctica del monocultivo o la baja agrobiodiversidad, ha ocasionado la disminución del contenido de materia orgánica de los suelos afectando en forma negativa sobre ciertas propiedades físicas (estructura, porosidad, tasa de infiltración), químicas (acidez del suelo, disponibilidad de macro y micronutrientes) y biológicas (actividad de la macro, meso y microbiología) de los agroecosistemas.

En relación al control de las malezas, las plagas y las enfermedades que afectan el potencial de producción de los distintos cultivos se basa casi exclusivamente en las aplicaciones de productos fitosanitarios de síntesis química (agrotóxicos), generando el desarrollo de resistencia creciente por parte de los organismos vivos y el incremento de la tasa de contaminación de los alimentos, las personas y los recursos naturales. Según datos de la FAO (2015), respecto de la utilización de herbicidas por superficie cultivada por país, Argentina está en el segundo lugar de mayor utilización de herbicidas por hectárea y con la menor eficiencia productiva (toneladas de granos logradas por kg/l de ingrediente activo aplicado) seguido de Chile y Brasil.

En definitiva, este modelo productivo dominante implica una elevada dependencia de insumos agropecuarios externos de origen artificial, derivados de combustibles fósiles, con altos costos económicos, sociales y ambientales. “Actualmente existe una demanda creciente en relación a los alimentos producidos con un enfoque agroecológico, libres de materiales transgénicos, agroquímicos y fertilizantes artificiales, valorizando su calidad nutricional, con un mayor contenido de materia seca o sólidos totales, elevada concentración de macro y micronutrientes y generando un menor impacto sobre el ambiente”, indicó el ingeniero César Gramaglia integrante del INTA Villa Dolores en dialogo con Conclusión.

Estos productos alimenticios se distribuyen a través de canales alternativos de comercialización, tales como, la venta directa desde las chacras, los bolsones de verduras estacionales, las ferias francas, las redes o nodos de consumidores conscientes con el objetivo de lograr un acortamiento de la distancia entre los productores y los consumidores, obtener un precio más justo y abastecer a los mercados de cercanía. “La papa (Solanum tuberosum) es la hortaliza de mayor consumo en estado fresco (sin industrializar) en la Argentina. Se trata de un alimento rico en energía (16 – 20 % de almidón). Además, contiene 2 – 2,5 % de proteínas, 1 – 1,8 % de fibras y un bajo contenido en ácidos grasos (0,15%). Presenta una gran cantidad de potasio y casi la mitad de la vitamina C necesaria para cubrir la dieta diaria de un adulto. También es una fuente importante de vitaminas del complejo B y macrominerales como el fósforo y el magnesio”.

Durante la campaña agrícola 2022/2023, a través del INTA Villa Dolores y articulando con una familia productora y la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Cuarto, se ha desarrollado una parcela demostrativa de un cultivo de papa con el objetivo de efectuar un análisis comparativo entre un manejo convencional y un manejo libre de agroquímicos y fertilizantes artificiales.

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Básicamente, quiénes han llevado adelante el proyecto, se propusieron igualar los costos directos relacionados con el uso de fertilizantes, en un caso de origen sintético (manejo convencional) y en el otro de origen orgánico (manejo agroecológico) y verificar su respuesta sobre los resultados productivos (kilos por hectárea) y económicos (ingresos brutos por hectárea), ya que existe el mito o la creencia popular entre algunos agricultores y técnicos de que “no es posible lograr elevados niveles de productividad y altos indicadores económicos sin la utilización del paquete de tecnología de insumos químicos provenientes de una agricultura con un enfoque industrial”.

Esta experiencia práctica a campo de un productor se realizó en las Parcelas 5 y 6 de Los Cerrillos, sobre una superficie de 8.500 m2, en un lote de 22 ha, ubicadas a unos 25 km de Villa Dolores, en la zona núcleo papera de la región de Traslasierra, Córdoba. Para ello, se han respetado las condiciones habituales de trabajo que desarrolla la familia productora en relación a la selección del lote, la preparación de la cama de siembra, el sistema de plantación, la elección de la variedad, el sistema de riego y las maquinarias agrícolas usadas. La propuesta consistió, principalmente, en realizar una sustitución de los insumos químicos por biológicos y evaluar variables productivas y económicas sobre el cultivo de la papa.

Entorno a los Indicadores productivos y económicos, los resultados productivos alcanzados fueron similares en ambos tratamientos (32.154 kg/ha en el manejo convencional y 30.373 kg/ha para el manejo libre de agroquímicos y fertilizantes artificiales), con una diferencia del 5,54 % entre ambos tratamientos. Los costos de los insumos químicos resultaron un 9,68 % más elevado en relación a los insumos biológicos. El precio de venta de la papa agroecológica fue un 15 % por encima de la papa convencional logrando distribuirla a través de una red de consumidores responsables.

De esta manera, el ingreso bruto del manejo libre de agroquímicos y fertilizantes sintéticos resultó un 7,37 % superior al manejo convencional. Además, se deberían contemplar ciertos servicios ecosistémicos alcanzados, tales como, las menores externalidades negativas sobre la salud de las personas involucradas en el proceso productivo y los potenciales consumidores y del ambiente a favor del manejo agroecológico.

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A través de esta validación empírica, se pudo demostrar, una vez más, de que es posible producir papas sin la utilización de agroquímicos y fertilizantes artificiales logrando resultados productivos y económicos similares al manejo convencional y generando menores externalidades negativas sobre la calidad de los alimentos, la salud de las personas y del ambiente. En esta parcela demostrativa, solamente, se ha realizado una sustitución de los insumos de síntesis química por biológicos.

Desde la Agroecología, se plantea la necesidad de incrementar la biodiversidad genética de los agroecosistemas mediante la utilización de diferentes variedades de papas, con una mayor resistencia o tolerancia a las plagas y enfermedades y para distintos destinos de la producción (mercado fresco y/o la industria alimentaria). “Por otra parte, se recomienda aumentar la biodiversidad espacial y temporal de los sistemas productivos mediante la planificación de asociaciones y rotaciones de cultivos teniendo en cuenta las diferentes épocas de siembra, las necesidades nutricionales, las épocas de cosecha, la cantidad y calidad de los residuos de la cosecha con la finalidad de reducir la incidencia de los factores abióticos, bióticos y económicos. Además, se debería contemplar la posibilidad de incorporar los cultivos de servicios con el objetivo de incrementar el contenido de materia orgánica de los suelos, aumentar la actividad microbiológica y restablecer ciertas funciones ecológicas perdidas durante la implementación de una agricultura basada en la utilización de OGM, agroquímicos y fertilizantes artificiales. Finalmente, sería muy importante evaluar la posibilidad de armar planteos mixtos mediante la incorporación de la producción animal con la finalidad de lograr una mayor diversidad productiva y mejorar el ciclaje de los nutrientes”, enfatizó Gramaglia.

De esta manera, es posible trabajar en el rediseño de los agroecosistemas mediante la utilización de las tecnologías de los bioinsumos y de procesos con el objetivo de lograr un mayor grado de sustentabilidad desde el punto de vista productivo, económico, social y ambiental, no tan solo a nivel de finca sino también a nivel regional beneficiando a los diferentes integrantes de una determinada comunidad. “La primera experiencia institucional con el apoyo y acompañamiento del INTA Villa Dolores, se realizó en el año 2019 gracias a la articulación con la familia productora Cardinali en Los Cerrillos (Cba). Las bolsas de papas agroecológicas logradas a partir de esta parcela demostrativa se comercializaron en forma diferenciada a través de los mercados de cercanía. Los fondos recaudados (U$S 1.250) fueron donados al INTA Local, los cuales fueron destinados para la compra de instrumental de laboratorio, por ejemplo, un peachímetro, que es un sensor utilizado en el método electroquímico para medir el pH de una disolución”.

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A partir de esa época, se propusieron repetir la experiencia con otras familias productoras con el objetivo de que continúe creciendo la superficie cultivada y la oferta de alimentos libres de agroquímicos. “Por este motivo, el año pasado realizamos la parcela demostrativa con la familia Martínez y los resultados productivos y económicos fueron publicados.  A raíz de los excelentes indicadores alcanzados, en la siembra tardía de la zona de Villa Dolores (fines de febrero/principios de marzo 2023), esta familia productora decide realizar un LOTE COMERCIAL de 5,0 ha para generar un excedente de producción de papas sin agroquímicos y fertilizantes sintéticos y comercializarla a través de los canales alternativos. Cabe destacar que esta cosecha se iniciaría a partir del mes de junio”, concluyó el ingeniero agrónomo del INTA Villa Dolores César Gramaglia.