Todas las semanas se emite por el canal de YouTube de Conclusión un ciclo que buscará acercar la realidad, para poder interpelarla profundamente. Es por ello que Catalejo, a lo largo de treinta minutos, abordará diversos temas ligados a la actualidad, cultura, salud, política, opinión e investigación, tratando de amplificar en todos los casos, un imprescindible debate.

En este capítulo, Gisela Gentile y Alejandro Maidana dialogaron con los docentes Verónica Montanari y Román González, la finalidad del intercambio tuvo como anclaje poder analizar medularmente el contexto de violencia letal que atraviesa la ciudad pero mas precisamente a las barriadas. Desde como brindar clases en aula container con temperaturas agobiantes, el abandono y la seguridad de quienes habitan la institución, hasta las permanentes estrategias que hay que poner en discusión para lograr contener a las y los jóvenes escolarizados atravesados por un sinfín de situaciones angustiantes.

La espinosa realidad que atraviesa la ciudad de Rosario en torno a la violencia letal, sigue abriendo debates de lo más diversos, pero muy pocos de ellos, suelen ir hacia la médula del problema. Mientras que las infancias y las juventudes siguen siendo el blanco predilecto de las balas que asolan los días de las barriadas populares, la escuela y la docencia buscan sostener lo que lamentablemente, a través de la ausencia de políticas públicas se ha abandonado.

Contener, acompañar y transformar, estos siendo los pilares de aquellos docentes que no cesan en la tarea de repensar estrategias para poder torcer un escabroso paradigma en materia de violencia y desigualdad de oportunidades. Mientras que el morbo y el amarillismo siguen ocupando las primeras planas, aquellos que enarbolan la bandera de la educación pública desde los territorios que se desangran, toman la palabra para buscar visibilizar lo que permanece oculto.

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El Estado puede y debe ofrecer otra presencia en los barrios que no sea la presencia de las cuestionadas, con sólidos argumentos, fuerzas armadas. Como dato no menor, al récord de muertes violentas del año pasado (288) coincidió con el año de mayor presencia de fuerzas de seguridad en la región. El estado debe decir presente de muchas otras formas, garantizando la mejora de los servicios públicos, mejores escuelas, clubes, espacios recreativos y culturales e impulsando todas las iniciativas que ayuden a que los jóvenes encuentren una salida por el lado de la educación y el trabajo en condiciones adecuadas y no vean vulnerados sus derechos.

Ser docentes en tiempos violentos, una quijotada que en muchas oportunidades solo encuentra cobijo en las organizaciones sociales y vecinos dispuestos a acompañar y colaborar para poder transformar una deleznable realidad. Nadie se salva solo, el ser humano se salva en comunidad, por ello se debe insistir en dos herramientas capaces de frenar tanto dolor y desesperanza, y estas no son otras que la solidaridad y la organización.