Por Osvaldo La Spina

Las vacaciones son un medio excelente para superar la ansiedad y dejar atrás tensiones estresantes. Para ello, el destino que se elija, para el período, debe ser adecuado. Hasta principios del siglo XX era común que los médicos escogieran cuidadosamente las vacaciones para sus pacientes, como se hace en general con los medicamentos.

Son muchas las personas que argumentan que consideran indispensable la soledad, y el tranquilo aislamiento que pueden brindarles las vacaciones, arrancándolas de la barahúnda de las ciudades. Sin mucho cuidado se embarcan en grupos de ritmo agitado para su descanso y cuando terminan con su viaje retornan más tensos y cansados que cuando partieron.

En ese marco, la psicóloga, Karina Abella reflexionó: «Le damos poca importancia al tema de salir de vacaciones y creo que sería bueno replantearnos cómo realizamos el tránsito desde que llegamos y volvemos a insertarnos en la nueva etapa laboral. Debería ser gradual y progresivo ya que cualquier cambio brusco e intenso para nuestro cuerpo es muy fuerte«.

«Las vacaciones deberían ser ese espacio de tiempo donde se muestren los colores que no se pueden mostrar en la vorágine del año», comentó a Conclusión.

Es muy probable, resalta Karina Abella que «a muchas y muchos les gustaría quedarse dos horas más en una reunión de amigos, expandir un día más una salida de pesca y probablemente esos momentos y espacios en común con otros amigos de algún modo repararían sobre sus costumbres y de esta manera poder confirmar esos vínculos en común».

«Si pudiéramos ver a estos espacios de tiempo como una especie de revancha de la cotidianidad laboral, dormir las horas que nuestro cuerpo necesite sin que el reloj nos lo condicione, porque en realidad despertarme no significa necesariamente levantarme», manifestó.

«Es encontrarnos a nosotros mismos y encontrar otros modos y maneras que no ponemos en práctica durante el año», continúa Abella y se pregunta a modo de reflexión: «Cuántos de nosotros mismos no tiene un primo lejano que compartieron grandes andanzas en su adolescencia hormonal y quizá se deben un café o una charla o quizá se deben un asado».

«Cuanto más características positivas afloren en cada persona, el otro va a tomar lo mejor de cada uno. Cuanto más descansado estemos y cuanto más equilibrados, podemos brindarnos mejor a los demás. ¿Qué estado de humor, de paciencia y tolerancia le podemos pedir a alguien después de haber trabajado durante 16 horas al día?», aclaró.

Somos seres sociales

«Ocurre que somos una sociedad en donde terminamos organizando desde lo económico y desde la premisa de rendir, de mostrar y del triunfar. Pero, quiénes son nuestros amigos o las personas que conocen nuestro mundo privado, o con quiénes compartimos nuestra intimidad también es un indicador de quién somos y cómo somos y pocas veces nos ponemos a revisar cuál es el entorno que cada uno elige como nuestro paisaje humano y en ese entorno dice mucho de nosotros», mencionó Karina Abella.

-¿Salir de vacaciones y seguir con el mismo ritmo laboral puede catalogarse como un trastorno social?

-Creo que todavía no porque los efectos de ese pasaje lo ubicamos en otras cuestiones como excusas en exigencias laborales o cuestiones de tiempos complicados para llegar a destino y este cambio es muy fuerte para nuestros hijos y no nos damos cuenta que hemos organizado los tiempos de una cosa a la otra de un modo totalmente brusco sin darle tiempo al cuerpo.

-Llegan las vacaciones y ¿debemos salir de viaje?

-Es otro de los mandatos sociales que tiene que ver con el mega consumo indiscriminado donde todo el tiempo las personas tienen que estar mostrando y demostrando.

-¿Tiene que ver con trastornos de ansiedad? ¿Querer hacer todo junto?

-Nos posicionamos donde la sociedad nos lleva y conectando con el tema de la ansiedad, donde todo el tiempo tenemos que estar mostrando, demostrando, ser eficientes y exitosos. Es decir todo el tiempo tenemos que rendir más. Entonces, esa ansiedad tiene que ver con mi imposibilidad de disfrutar el presente y saber que existen límites. Yo puedo hasta acá, mi cuerpo tiene un límite.

Por último, la psicóloga Karina Abella, recomienda que «las mejores vacaciones son las que paradojicamente se planifican durante el año. Si yo veo que durante todo el año, por mi trajín diario estoy durmiendo poco, visito poco a mis seres queridos, las vacaciones se deberían organizar de acuerdo a las vivencias de cada uno de nosotros. Las vacaciones se tendrían que organizar en función de qué aspectos míos no estoy viviendo durante el año y que me impide concretar en tiempo y en forma por las circunstancias cotidianas de la que estamos hablando durante el año laboral».