por Aldo Battisacco

El comienzo de la crisis energética comenzó a manifestarse a comienzos de 2004, a consecuencia de las reglas de juego instauradas durante los años noventa.

Las reformas de carácter estructural generó el traspaso de la mayoría de los servicios públicos, incluyendo al sector energético.

Como consecuencia de esta decisión política el Estado perdió el control de la política energética.
La privatización de YPF, Gas del Estado, Hidronor, Ay EE y Segba, la posterior conformación de los Entes Reguladores, la creación de los Marcos Regulatorios de Electricidad y Gas, y la novación de la legislación de hidrocarburos a través de los denominados decretos de «desregulación petrolera», constituyó no sólo el abandono del rol del Estado, sino que en términos prácticos dejó a éste con escasos instrumentos para direccionar el rumbo de la política energética.

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Tras la supuesta desmonopolización de sector, so pena de lograr una mayor competencia en ámbitos donde era muy dificil que ocurriese, se vertebró una arquitectura de transferencia de renta hacia el sector privado.

El consumo desde 1993 a finales de esa década se había incrementado en un 53% y había una sostenida caída de las reservas del petróleo.

En sintesis, la delegación de funciones por parte del estado a los grupos privados desfinanció la inversión y evitó el desarrollo del sector. La matriz energética de la década del 90 condicionó la posibilidad de un abastecimiento inmediato por falta de inversión en la construcción de represas que produzcan energía hidráulica.

La radicación de empresas y las recuperación de la capacidad ociosa productiva nacional marcó la ausencia de una política de desarrollo en la raíz productiva del 90.

Pero el desarrollo de nuevas líneas de transmisión resultó practicamente nulo puesto que los contratos de concesión no obligaba a este tipo de inversión.

Existía bajo consumo de energía dada la merma de producción y la escaza radicación de industrias, a consecuencia de ello creció el desempleo y descendió notablemente el estándar de vida en todos los hogares.

Así, en los comienzos de 2003 el sector energético se caracterizó por tener la capacidad de transporte y generación prácticamente al límite de sus posibilidades, además de carecer de un plan energético estratégico. Ni las reservas de gas ni las de petróleo se incrementaron al ritmo del crecimiento de la producción.

Si hubo un crecimiento en las instalación de algunos grupos en centrales de ciclo combinado (combustible sólido).

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A partir del 2003 se creó un bloque de crecimiento regional junto a Bolivia, Brasil y Venezuela donde este último país abastecía de combustible a las centrales térmica.

Con la creación de Enarsa comienza la política de crecimiento electro energético de Argentina y la puesta en marcha de nuevas centrales eléctricas, nuevas centrales nucleares y desarrollo de energía renovables.

En el año 2006 se reactivó el plan nuclear argentino y se destinaron 37.600 millones de pesos para los proyectos nucleares en Atucha y Embalse Río tercero, Esta última se encuentra en proceso de repotenciación y mantenimiento que permite extender su vida útil en 35 años.

La falta de energía principalmente proveniente de las generadoras hidráulicas y nucleares, lugares donde se habían detenido todos los procesos de mejora y repotenciación (el promedio de consumo era de 0,57 mwh por cápita anual y en la actualidad es de 1,22 mwh per cápita), es decir la demanda creció aproximadamente 141% en relación a la demanda de los 90.

Atucha produce solo el 4,8% de la matriz energética y puede satisfacer la demanda de casi 4 millones de habitantes, ahorra 11170 millones de de metros cúbicos de gas y evita la emisión de 3,5 millones de toneladas de CO2 al año.

En tanto que en el segmento del transporte eléctrico de alta tensión en 2003 el sistema interconectado poseía 9669 mil kilómetros de líneas. Y en 2012 se llegó 12299 mil kilómetros logrando superar los 14 mil en el año 2014.

La demanda por tipo de usuario es indiciario del crecimiento exponencial del consumo por habitante.
El registro de consumo de usuarios residenciales en 2013 creció desde enero a diciembre en un 41% usuarios menores , negocios pequeños, en 13%.

Los consumidores intermedios tuvieron una demanda que registro 15% más y los mayores consumidores crecieron un 30 %.

En términos macro, en 1992 el consumo en GWH anuales fue de 57 mil, en 2004 el registro los 86 mil giga y en 2014 se elevó a 131 giga de consumo de energía con una provisión estable en términos porcentuales de energía nuclear.

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En cuanto a la generación de energía por parte de nuestro país en 1992 la producción de energía térmica fue de 24891 gwh con una evolución que ubica a 2014 en 83265 giga lo que denota un marcado crecimiento no solo de generación sino también de consumo.

La generación y demanda en gradual incremento fue cubierta mayoritariamente con energía proveniente de centrales térmicas.

La importación de energía en el año 1992 fue 2267 gwh en tanto que en 2014 de 1390 giga.

La demanda de energía de los agentes del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) durante junio pasado aumentó 3,3 % respecto de igual mes del año anterior, y el acumulado para el primer semestre se ubica 5% por encima de similar periodo de 2014.

Así surge del informe del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec) que analiza el MEM correspondiente a junio de 2015 y su evolución en el primer semestre del año mencionado respecto de la potencia instalada del parque de generación, la oferta y demanda de energía por los diferentes equipos que operan en el Sistema Argentino de Interconexión, en base a datos de Cammesa.

La evolución de la demanda en forma ascendente llegó a la provincia de Santa Fe, en la medida que el aparato industrial crecía al calor del proceso de sustitución de importaciones, el fortalecimiento del mercado interno, el boon de la construcción y la capacidad de inversión y consumo.