Por Gisela Gentile

El brutal femicidio de Chiara Páez fue el viento que avivó la llama de la bronca contenida. Ese fuego que se trasformó en la voz de las que ya no la tienen. Esa mirada que te encuentra con esa hermana, amiga o vecina. La resistencia, la sororidad y empatía que nos ubica luchando junto a nuestras hijas.

Cada 3J, las calles son el punto de encuentro para sacar la voz, para gritar una y mil veces “Ni Una Menos”, “Vivas nos queremos” y para seguir invitando a las mujeres y disidencias a sumarse a la lucha, a esta lucha que es la de todas.

En este marco, y a 8 años del femicidio de Chiara Páez se realizará una nueva marcha contra la violencia de género. Que intenta poner en agenda, una vez más, la necesidad de una real implementación de presupuesto en la ley de protección contra la violencia de género, en la realización de estadísticas actualizadas, garantías para las víctimas que denuncian a sus agresores, accesos a una justicia con perspectiva de género y por sobre todas las cosas capacitaciones en esta área postergada por años.

Desde aquel Ni una Menos de 2015 a mayo de 2023 se perpetraron 2.209 femicidios en Argentina, de los cuales 1894 fueron directos, 103 vinculados a niñas y mujeres, 156 vinculados a niños y varones, 56 trans/travesticidios. De esta manera se concreta un femicidio cada 33 horas.

En este marco, algunos sectores de los feminismos ya problematizan, si el punitivismo es la solución al problema. Evitando caer en la «lógica» que la penas más duras hacia los agresores, femicidas o abusadores nos otorgará la posibilidad de vivir libres de violencias. Por ello, sigue siendo clave poner siempre a las víctimas en el centro, logrando que sean escuchadas y que realmente exista una reparación.

Antes de la tipificación de femicidio, «el Código Penal ya preveía con la pena más grave de todas a estos hechos. Y sin embargo, siguieron ocurriendo. Entonces, lo que decimos desde algunos lugares de los feminismos es, ojo con el sistema penal, ojo con ese canto de sirenas al que nos llevan. ¿Qué quieren, modificar una ley? Perfecto, la modificamos. Y entonces, creen que así de esta forma nos van a tener calmadas sin reclamar nada porque total logramos un aumento de pena. Cuando nos remitimos a los hechos, los aumentos de pena no cambian las realidades sociales, no cambian los entramados de violencia», destacó Indiana Guereño, abogada y defensora de mujeres y disidencias en diálogo con Conclusión.

Para modificar este peligroso entramado de violencia machista es necesario la real aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en todo el país. «Para desarmarlas hay que trabajar en las escuelas, en las casas, en los medios de comunicación. A mí me gusta decir que vamos a ganar cuando podamos hablar de estos temas y podamos identificar todas esas microviolencias que van aumentando y que terminan lamentablemente en un femicidio».

Si pensamos que quienes cometen un femicidio son personas enfermas, casos excepcionales, estamos cometiendo un error; son personas que toman la decisión de matar

En cuanto a la lógica de utilizar el sistema penal como la única salida para desarmar las violencias machistas destacó que «el sistema penal no nos devuelve las víctimas y no evita que esto siga ocurriendo. Tenemos leyes de vanguardia, normas fantásticas pero resulta difícil que la apliquen».

La reparación para la violencia institucional tiene que ser prevista y no obligarla a hacer un juicio que va a tardar cinco años

En cuanto al avance en perspectiva de género dentro de la justicia sostuvo que, a diferencia de años atrás, ahora se sienten con la obligación de -por lo menos- ser políticamente correctos y citar las normas con dicha perspectiva. «La reparación para la violencia institucional tiene que ser prevista y no obligarla a hacer un juicio que va a tardar cinco años. Lo mismo para los femicidios, mujeres que fueron e hicieron la denuncia dos o tres veces, aunque sea una, o que no hayan hecho una denuncia formal, pero sí que este conflicto haya llegado a manos del Estado y que después termine con un femicidio. Se tiene que hacer cargo el Estado de esto, no es una cuestión individual. No es un problema de fulanito y fulanita, que un hombre tenía celos, entonces la mató y se terminó».

Para concluir Indiana Guereño reflexionó: «hay que seguir porque si no lo hacemos nosotras no lo va a hacer nadie, es nuestra tarea. De todas formas yo creo que las generaciones que vienen ya van pensando diferente, ya hay cosas que ven de otra manera, ahora se ponen ciertos límites que antes no se ponían. Pero bueno, falta, falta muchísimo».