Por Alejandro Maidana

La Argentina fumigada, desmontada y expoliada, sigue gritando su dolor con lo poco que le queda de fuerzas. La estoica resistencia de los pueblos conscientes no claudica, sin embargo, la explícita demostración de desidia sigue su curso por los canales en donde los agroquímicos, acorralan los días de quiénes no se resignan.

Un modelo extractivista que ha demostrado con creces no ser la solución a los problemas estructurales de un país que vive de rodillas cosechando pobres y desesperanza. Una democracia representativa que no ha podido dejar de ser la marioneta de los poderes fácticos, para de esa manera seguir alimentando la desigualdad y la exacerbación de los privilegios.

Mientras que la pandemia por covid-19 empujó una serie de protocolos sanitarios, la otra, esa que desde mediados de los 90 no ha sido combatida por el Estado, sino alimentada, continua avasallando derechos imponiendo su agenda de muerte. Mientras que la mayoría de la población sigue considerando antojadiza la lucha de quiénes le ponen el cuerpo a los venenos del agro, nuestro presente se descascara impulsando un futuro indeseable.

Andino, un pueblo fumigado

El silencio suele ser la única herramienta utilizada por el poder político a la hora de tomar posición sobre un tema tan álgido como éste. La provincia de Santa Fe al igual que tantas otras, parece no tener un día de paz en torno a las fumigaciones con agrotóxicos. El modelo agropecuario anclado en el monocultivo transgénico, mueve las piezas del ajedrez de la vida de manera maniquea y a su antojo.

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En este pueblo distante a poco más de 40 km de la ciudad de Rosario, las aspersiones siguen atravesando la médula de un lugar tan bello como contradictorio. Un país convertido en una verdadera Republiqueta Sojera que debe producir commodities a como dé lugar, dando por tierra la idea que se produce alimentos para 400 millones de argentinos. Quién alimenta es el otro campo, el de la agricultura familiar, el que produce sin venenos y lucha por abrazar políticas públicas que siguen tan aletargadas como los sueños de quienes desean vivir en sana comunión con el ambiente que los rodea.

El día 10 de marzo del 2020 Julieta Fedeli, vecina de Pueblo Andino, se realizó un análisis de orina en el reconocido laboratorio «FARES TAIE» de Mar del Plata para detectar glifosato. El resultado entregado por el laboratorio el día 27 de mayo reveló la presencia del herbicida glifosato en su orina en 2.5 ppb, una dosis demasiado alta para no tener contacto directo con el producto, pero que despeja dudas de manera más que clara que las distancias en las que hoy en día se fumigan en este lugar, no son las adecuadas para cuidar la salud de la población.

Si bien lo impactante del hecho es indisimulable, la abulia sigue apoderándose de un municipio que decidió mirar hacia otro lado, una vez más, no tomando cartas en un asunto que le compete.

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El pasado viernes 27 de noviembre a las 8.30 de la mañana, dos mosquitos fumigadores aparecerían en escena asperjando agrotóxicos en “El Bosque”, uno de los barrios más castigados por los venenos en Andino y a escasos metros de la Ruta 26. Con la intención de conocer las sensaciones de un nuevo atropello a la salud, Conclusión dialogó con Guillermo, un vecino que cansado de convivir con esta oscura realidad, decidió romper el silencio.

Este lugar se divide en dos, su belleza natural y tranquilidad por un lado, y por el otro, los atropellos del agronegocio y los servidores públicos

Consultado sobre esta última fumigación que involucró a dos mosquitos, algo poco usual en la zona, sostuvo: “Este lugar se divide en dos, su belleza natural y tranquilidad por un lado, y por el otro, los atropellos del agronegocio y los servidores públicos que en lugar de ponerse a disposición de quiénes sufren la violación de sus derechos, los hostigan y ningunean. Es intolerable tener que estar obligado a convivir con los mosquitos circulando tanto por la ruta como dentro del pueblo, no debemos naturalizar el envenenamiento al que nos exponen”.

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José Abraham no se hace cargo de absolutamente nada, ni siquiera de lo que firmó, estamos muy cansados de que la historia de atropellos se repita una y otra vez

La figura del presidente comunal en el ojo de la tormenta, una persona que antes de ostentar el poder, se había comprometido a luchar contra las fumigaciones con agrotóxicos. “José Abraham no se hace cargo de absolutamente nada, ni siquiera de lo que firmó, estamos muy cansados de que la historia de atropellos se repita una y otra vez. En más de una oportunidad pensamos en dejar este lugar, pero no sería justo, ya que decidimos echar raíces en Andino, pero situaciones como las vividas el viernes son indigeribles”.

Nosotros tenemos principios, no sabemos si ellos pueden decir lo mismo. Buscamos concientizar a la gente, no plantar un árbol y llamar a los medios para poder salir en la foto

Siembra denuncias, cosecharás indiferencia. Mientras que aquellos que se animan a dar un paso fundamental en la lucha contra las fumigaciones no escatiman en su exposición, los servidores públicos se dedican a bromear. “Genera la misma dosis de impotencia y bronca, es intolerable tener que oír en boca de la policía un ¿quién se enfermó? o ¿quién se murió? Minimizando el cuadro situación y empujando a que uno reaccione de mala manera desde el hartazgo. Nosotros tenemos principios, no sabemos si ellos pueden decir lo mismo. Buscamos concientizar a la gente, no plantar un árbol y llamar a los medios para poder salir en la foto”, indicó.

Andino es un lugar turístico, o al menos eso es lo que impulsan desde el municipio, pero entre los reiterados cortes de luz, las fumigaciones y la raquítica salud pública, más que una propuesta turística es un lugar de supervivencia

Un lugar que recibe turistas de manera incesante, un terruño maravilloso que debe velar por el cuidado tanto de su población, como de la biodiversidad existente. “Andino es un lugar turístico, o al menos eso es lo que impulsan desde el municipio, pero entre los reiterados cortes de luz, las fumigaciones y la raquítica salud pública, más que una propuesta turística es un lugar de supervivencia”, concluyó.