Basílica de Santa María de Collemaggio (Aquila-Italia)

El próximo 28 de agosto, el papa Francisco visitará Aquila para la celebración de la Perdonanza. Lo hará al día siguiente del Consistorio, donde creará 21 nuevos cardenales. La salida está prevista a las 8 (hora de Roma) desde el helipuerto del Vaticano, y la llegada al Estadio Gran Sasso, una media hora más tarde.

La catedral de Aquila sigue en ruinas tras el trágico terremoto ocurrido en 2009 y que se cobró la vida de 309 personas. Otras 1.700 fueron heridas y hasta 70.000 se quedaron sin hogar en una de las mayores catástrofes naturales que se recuerdan en Italia.

En su visita, Francisco dirigirá un saludo a los familiares de las víctimas del terremoto, a las autoridades y a los ciudadanos presentes. El Santo Padre celebrará la misa en la basílica de Santa Maria in Collemaggio, con el rito de apertura de la Puerta Santa, comunicaron fuentes del Vaticano.

Además, el Papa será recibido en la plaza del Duomo de esta localidad por el arzobispo de Aquila, cardenal Giuseppe Petrocchi; el presidente de la región de Abruzo, Marco Marsilio; la prefecta, Cinzia Teresa Torraco; y el alcalde, Pierluigi Biondi.

Por su parte, el cardenal Giuseppe Petrocchi realizó un comunicado en el que expresa su “inmensa alegría” ante la confirmación de la visita papal. «Es un gesto de predilección hacia nuestra Iglesia y nuestra ciudad», dijo el cardenal Petrocchi, que destaca que, tras la institución de la Perdonanza, decretada por Celestino V, el papa Francisco es el primer pontífice que abre la Puerta Santa de la basílica de Santa María de Collemaggio después de 728 años. Es una especie de regalo, explica el cardenal, que recompensa «la espera fiel y tenaz del pueblo de L’Aquila, que se ha prolongado a lo largo de los siglos, y que felizmente llega a su cumplimiento”, celebró Petrocchi.

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Agregó el cardenal que la celebración del perdón en presencia del Papa de la Misericordia dará a este acto un alcance planetario, dado que, subraya el Petrocchi, la Puerta Santa de la Perdonanza se abrirá no sólo a los peregrinos que acudirán numerosos, sino que se abrirá de par en par al mundo entero. La esperanza es «que todos los pueblos, especialmente los lacerados por los conflictos y las divisiones internas, puedan idealmente atravesarla y redescubrir los caminos de la solidaridad y la paz». Todo bajo la bandera del perdón, que «es una fuerza que resucita a una nueva vida e infunde el valor de mirar al futuro con esperanza”, destacó el cardenal.