En sus rostros persiste una rebelde mueca de dolor, más allá de la resiliencia, el estoicismo y la guapeza de quienes integran “Pariendo Justicia”, las ausencias siguen acompañando los días de aquellas que decidieron no bajar los brazos.

Un camino repleto de piedras, promesas, prejuicios y soledad es aquel que siguen transitando madres, padres, hermanas y amigos persiguiendo justicia y visibilidad.

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Pero no se quedaron con los brazos cruzados, salieron a ponerle el cuerpo de todas las maneras posibles, entendiendo que ésta es la única herramienta con la que cuentan aquellos que deben pelear contra un sistema que se hace el “sonso”, cuando el reclamo se realiza desde abajo.

“Empoderarse es esto, transformar el dolor en lucha para poder seguir. La necesidad de activar la cooperativa es premisa fundamental, ya que lo primero que suele perderse en el derrotero de exigir justicia, es el trabajo”, relató Gabriela Vega.

Ramón Casco es el único hombre que integra la Cooperativa, el padre de Franco es albañil de profesión, algo que para las tareas de mantenimiento que llevará adelante el grupo es de vital importancia.

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Sobre los servicios que brindarán, Lucila Pavón enfatizó: “Realizamos limpieza de edificios, tanto privados como públicos, oficinas y empresas, mantenimiento en general, es por eso que el aporte de Ramón será fundamental. Necesitamos ponernos a trabajar cuanto antes, falta sólo un paso desde los burocrático, esperemos que el mismo no se extienda tanto”.

El Centro Único de Asistencia a la Víctima es el lugar que les brinda el espacio de reunión y debate con la asesoría de Martín Illia y Mariano Savia, quienes brindan un apoyo imprescindible desde lo humano y profesional.