Por Gisela Gentile

Desde el 17 y hasta el 23 de mayo se conmemora a nivel mundial la Semana del Parto Respetado. Este año el lema elegido fue “Mi decisión debe ser respetada”, frase que resuena una y otra vez en la boca de aquellas mujeres que ponen el cuerpo, y que muchas veces son avasalladas, ultrajadas, violentadas y silenciadas al momento de parir.

Los resultados del primer índice nacional sobre violencia machista realizado en 2016,  arrojó que  más del 77% de las mujeres aseguró haber sufrido al menos una situación de violencia obstétrica, entre las que se destacan la utilización de “sobrenombres o diminutivos” por parte del personal médico, tratando a la mujer como incapaz de entender el proceso del parto, o que la atención de los médicos en ese momento la hizo sentir “vulnerable, culpable o insegura”.

La militancia de muchas mujeres y personas gestantes que alzan la voz y generan conciencia para que el nacimiento vuelva a ser considerado un proceso fisiológico y no intervenido, ha hecho que muchas mujeres repensemos como hemos parido y si fuimos o no violentadas.

Si bien el avance del colectivo feminista ha puesto en agenda la violencia obstétrica y de a poco va conquistando más leyes y derechos, existen vacios legales muy grandes ante determinadas situaciones. Una de ellas es la violencia silenciada, tapada y minimizada que sufren aquellas mujeres que deben afrontar una muerte perinatal, situación que existe desde siempre pero que se mantiene tabú.

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Partos moldeados a placer del obstetra de turno, minimizados porque el embarazo ya está detenido, mujeres con sus hijos deseados muertos en su vientre sin poder elegir cómo parir, esperando en salas de maternidad donde la vida y la alegría son moneda corriente, pechos rebalsados de leche que brota sin destino alguno, duelos imposibles de cerrar, y  frases lamentables como “sos joven, vas a tener otro”. Son algunos de las tantas formas de violencia obstétrica que sufren cientos de mujeres en silencio.

Johanna Piferrer es estudiante de Trabajo Social, militante política feminista de la Agrupación Eva Perón, mamá de Ciro, e impulsora del proyecto de Ley 1240/D19 de Procedimientos de Atención en La Salud frente a La Muerte Perinatal, que surge luego del violento episodio que vivió en Octubre del 2014. “Estaba embarazada de 33 semanas de gestación, fui a un control de monitoreo, donde al no escuchar los latidos de Ciro, me realizaron una ecografía y la ecografista me informó que no había más latidos. Sin ningún tipo de contención, empieza para mí y mi familia un camino desconocido y tortuoso”, comentó.

Sus pedidos fueron desoídos desde el primer momento, “me internan en Maternidad, les pido que me saquen de ahí, que mi situación era completamente diferente al resto de las otras familias, a lo cual me responden que no tenían otro lugar para mí. Me empiezan a explicar que iban a inducirme a un parto vaginal con medicación, ya que mi vida no corría peligro, les dije que no y pedí una cesárea. Frente a dicho pedido, me dijeron que no era una urgencia y qué la cesárea recién me la iban a realizar al otro día a la mañana, todo esto ya sabiendo (desde las 2 de la tarde) que Ciro estaba sin vida dentro de mi panza. Me realizan la intervención, sin ningún tipo de información, me preguntan si quiero ver a Ciro, en ese momento les dije que no, porque yo sabía que no lo iba a soportar”.

La sociedad no está preparada para este tipo de situaciones, y la posibilidad de que una muerte perinatal suceda, encuentra un vacío informativo. “Me vuelven a llevar a maternidad, me voy despertando de la anestesia, mis pechos empezaron a generar leche, me los vendan y me dan medicación para parar la lactancia sin ningún tipo de información. Esas pastillas tardaron bastante tiempo en hacer efecto, empecé a mojar las vendas con leche, llamé a una enfermera para comentarle, la cual me respondió, te vas a tener que apretar las tetas mamita y se fue sin explicarme el cómo”, sentenció.

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A Johanna le preguntaron si quería hacerle la autopsia a Ciro para saber qué había pasado, “en el medio de todo este proceso pedí asistencia psicológica, la cual me brindaron después de que parí, destacando que vinieron dos profesionales distintos, por lo cual tuve que relatar todo dos veces. Antes de que le realicen la autopsia a Ciro vamos a la morgue, en donde vimos que lo habían puesto dentro de una caja azul de archivo, de esas que se pueden encontrar en cualquier oficina. Ciro pesó 2.300kg, y tenía las siguientes opciones, o lo dejaba en el hospital y se iba a desecho patológico (para la ley son fetos N.N), o me lo llevaba en esa caja. Si tenía el recurso económico, debíamos encontrar una cochería que acepte un cuerpo N.N. Finalmente pudimos juntar la plata, conseguimos una cochería y pude llevarme a Ciro dignamente, me fui de alta con un certificado de defunción a mi nombre y decidí cremar a Ciro, ya que si no lo hacía, su tumba no iba a tener identificación. Luego del alta continué todo el proceso sin ningún tipo de seguimiento médico”.

Un relato plagado de violencia obstétrica y de género que llevo a esta joven mujer a transformar en lucha un momento que debería haber sido abordado de una manera completamente distinta.

A partir de este hecho realizó una denuncia al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación en noviembre de 2014. “La presentación fue derivada a la Consavig (Comisión Nacional de Coordinación de Acciones para la elaboración de Sanciones de la violencia de Género) que junto a otras mesas disciplinarias de trabajos, llegaron a la resolución en donde se habla, por primera vez de violencia obstétrica frente a la muerte perinatal y exhorta a la institución y la prepaga en donde fui atendida a cambiar sus prácticas”.

Uno de los pedidos fue que se destine un lugar dentro de la institución para las personas gestantes que atraviesan por esta problemática y capacitación de sus profesionales. “Junto a Vanina Panetta iniciamos un juicio por daños y prejuicios, que al no existir la figura legal no pudimos iniciarlo como violencia obstétrica, pero si está basada como violencia obstétrica frente a la muerte perinatal. La misma está basada en la ley de parto respetado, la ley del derecho al paciente, y la de protección integral para erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres, entendiendo que la violencia obstétrica, es violencia de género”, sostuvo.

El proceso judicial aún continúa, “necesitamos un fallo que esté a la altura de la historia. Este año deberíamos tener una sentencia porque ya no existen más instancias judiciales, ya que presentamos todas las pruebas, pericias y testigos. Lamentablemente este contexto de pandemia hizo que se extienda un año más, ya casi llevamos seis”.

Johanna es de Avellaneda y su militancia política hizo que todo lo vivido no quedara como un hecho aislado. “Desde el primer momento fui acompañada por Magdalena Sierra (actual diputada nacional), y luego el contexto histórico del movimiento feminista hizo que nosotras pudiéramos alzar la voz. Gracias ello, pudimos visibilizar estas muertes que están tan ocultas, silenciadas y minimizadas. En marzo de 2019 la diputada presentó en el Congreso de la Nación el proyecto de Ley 1240/D19 llamado <Procedimiento de atención en la salud frente a la muerte perinatal>. Es una ley para aplicar en todo el territorio argentino y que viene a abrazar a todas las personas gestantes que atravesamos esto, según la OMS son aquellas muertes que se dan desde la semana 22 de gestación y una semana después de nacer. Por lo cual esta ley nos ampara legalmente, nos otorga más derechos, y la posibilidad de poder elegir cómo atravesar este hecho tan traumático”.

El lema de este año para la semana del parto respetado es <Mi decisión debe ser respetada>, y ante la muerte perinatal también deben correr todos estos derechos adquiridos. No es menor poder elegir la manera de parir (siempre y cuando tu vida no corra riesgo), recibir información sobre la lactancia, poder estar acompañada o no durante el proceso de parto, registrar con nombre y apellido al niño nacido, para poder despedirlo según como lo desee cada familia, y para empezar a tener una estadística sobre estas muertes. “Sabemos que los profesionales de la salud no reciben formación en torno a esto, por ello queremos reformar este sistema de salud machista y patriarcal que decide y elige por nosotras. La Ley presentada también contempla esto, e insta a incluir esta problemática en las Carreras de grado y pos grado de gestión estatal”, sostuvo.

En torno a la semana mundial del parto respetado, Johanna reflexionó: “Generalmente el embarazo está asociado con un final feliz, y la realidad es que no todos culminan de buena manera. Puedo emparentarlo con la <maternidad maravillosa>, en donde solo se muestra un lado de la misma, porque nadie te habla de ese lado B de la maternidad que muchas veces te encuentra sola, confundida, cansada y aturdida. Es hora de ir revirtiendo los lados, como sociedad no estamos preparados para hablar de la muerte, porque incomoda. Cuando pasó lo de Ciro yo sentí que no sabían que hacer conmigo, que molestaba y querían sacarse el problema lo más rápido posible”.

Los cuerpos gestantes atraviesan muchas realidades, “las maneras de atención deben ser distintas para abordar las distintas realidades, en lo que si deben coincidir es que los abordajes siempre tienen que ser libres de violencia. Hoy, como militantes políticas, feministas y populares, tenemos que trabajar en red hasta que este proyecto de Ley sea tratado, debatido y aprobado ya que no todas tenemos las mismas herramientas, recursos y posibilidades a la hora de atravesar la muerte perinatal”.

Esta red se encuentra presente en 17 provincias y cuenta con la presencia de distintos profesionales de la salud formados para atender y contener, brindar información, asistencia psicológica y asesoramiento legal gratuito. “Estamos hermanadas y nos abrazamos mediantes esta red hasta que el proyecto, sea Ley”, concluyó.