Por Alejandro Maidana

Tan indignante como incalificable, cuesta horrores poder graficar con palabras una nueva demostración de impunidad por parte de aquellos que siguen anteponiendo su negocio en detrimento de la salud de las mayorías.

Bajo un contexto pandémico que nos ha interpelado profundamente como sociedad, el aislamiento social obligatorio fue la única herramienta con la que ha contado el mundo para intentar frenar el avance de un virus que ha puesto en jaque los sistemas sanitarios. Pese a ello, la desidia del agronegocio sigue transitando su deshumanizante camino.

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Si bien la comuna de Pueblo Andino resolvió días atrás prohibir las aspersiones con agrotóxicos mientras persista la cuarentena, este jueves por la mañana frente a los barrios Quebradas 2 y el bosque, un mosquito fumigador cumplió con su oscura tarea sin tener reparo alguno a la decisión tomada por el presidente comunal José Abraham.

Si bien la Guardia Urbana se apersonó en el lugar, como ha sucedido en otras oportunidades, no se conoce a ciencia cierta si es para intentar frenar las fumigaciones, o decididamente para garantizar que se puedan realizar las mismas. Mientras tanto, Andino sigue padeciendo la acción de los agrotóxicos y la inacción de aquellos que deberían velar por los derechos de las mayorías.

Resulta poco creíble entender como tantos oídos sordos hayan sido los elegidos para cumplir la función de escuchar al pueblo. Mientras que los que se apoderan de la tranquilidad de los días de un pueblo siguen transitando con consolidada impunidad su camino, existe un grupo de vecinos de Pueblo Andino que está afrontando una avanzada judicial por el solo hecho de luchar con dientes apretados en defensa de su vida y la de los demás.

Abandono y desamparo, una constante a la que se exponen de manera sistemática los distintos pueblos fumigados de la República de la soja. Pero cabe destacar que transitando el oscuro camino de la resistencia, muchos son los que van quedando al margen de una historia escrita con venenos.

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Aquellos que cuan quijotes se animan a enfrentar al poder real en todas sus vertientes, terminan pagando en muchas oportunidades con su propia vida. El daño al sistema inmunitario, allana el camino de manera concreta para que el covid-19 encuentre rápidamente donde anidar.

Una actividad esencial, una excepción a la regla, aquí si el negocio se antepone a la salud de una manera muy explícita. El sistema y sus contradicciones, las abultadas billeteras contra la dignidad de los conscientes, un paradigma que lejos de amagar con mutar, parece consolidarse en tiempos de una pandemia que comparada al daño originado por el modelo sojero, parece solo un juego de niños.

Parece que el horizonte lejos de aclararse, permanecerá anclado en las penumbras. Basta con tomar como referencia la decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino que impulsó la reducción de aranceles para potenciar la importación de insumos para la fabricación de agrotóxicos en el país, en una maniobra que implica un beneficio para las multinacionales productoras de herbicidas.

El romanticismo empujado por la imperiosa necesidad de pensar en un mundo nuevo, por ahora solo se constituye en un bello sueño que para corporizarse, primero debería romper las cadenas de un sistema que de humano no tiene nada. No hay futuro posible profundizando el extractivismo, la exclusión, la desigualdad, pero por sobre todas las cosas, sosteniendo los privilegios de unos pocos.