Por Gisela Gentile

Ferrazza al 3300, más precisamente la casa de “Barri” es el lugar que encontraron los vecinos de barrio Acindar para poder realizar una olla popular que alivie, por lo menos de a momentos, la necesidad de un plato de comida caliente.

Paradójicamente quienes hoy están al frente de esta movida son los jóvenes de este barrio, que fueron una y mil veces estigmatizados por el mismo. “Barri”, “Paloma”, Francisco, “Limón”, Franco, “Romi”, Norma, “Anto”, Ariel, “Pelado”, “Maxi”, “el terco”, “Mati”, “Mauri”, entro otros y otras. Son aquellos que le dan vida a esta movida solidaria que solo pretende acercar un plato caliente a las familias más golpeadas por la pandemia.

“Es emocionante ver como esos mismo pibes que el barrio pretendía apartar, sean hoy los que están al frente de esto. Recuerdo como las señoras de aquí les pinchaban la pelota o los denunciaban. Siempre fueron solidarios entre ellos y se ayudaban unos con los otros en diferentes situaciones de la vida, pero hoy decidieron hacerlo con los vecinos también. Los pibes que transitan los barrios están en peligro, quizás se pregunten si hicieron algo malo alguna vez, quizás sí, pero son humanos y buenos pibes”. De esa manera comenzaba el diálogo con Conclusión Gabriela Vega, Integrante de la Cooperativa “Pariendo Justicia” y vecina de barrio Acindar que también cocina junto a ellos.

“Empecé sola en mi casa y al mismo momento que lo hacía, los chicos me avisaron que iban a empezar a dar de comer también y que podía sumarme a esa iniciativa; lo cual me pareció interesante ya que hacerlo sola no era sencillo”.

Desde un comienzo el problema fue cómo conseguir la comida, ya que no contábamos con donaciones. Los chicos desde un principio vienen sacando plata de sus bolsillos”

Dos meses atrás arrancó algo pequeño que de a poco se iría agrandando cada vez más producto de la crisis económica que están atravesando las familias de los barrios más postergados. “Así me sumé un día domingo, eran muy pocas las familias pero numerosas en cantidad de integrantes, por ello en total eran como 150 raciones. Desde un comienzo el problema fue como conseguir la comida, ya que no contábamos con donaciones. Los chicos desde un principio vienen sacando plata de sus bolsillos”.

“Me contacte con las chicas de la Cooperativa “Aquelarre”, que son un grupo de mujeres que se encarga de juntar alimentos para luego distribuirlos en comedores y merenderos. Irina fue quien nos proveyó de un montón de mercadería para ese día, y le sumamos de nuestro bolsillo la carne, que generalmente es lo que más cuesta conseguir, en esa oportunidad agregamos pollo. El segundo paso fue el Banco de Alimentos, al contar con personería jurídica de la Coperativa “Pariendo Justicia” ayudó para poder acceder al mismo. También hablamos con Desarrollo Social quién nos  brindó 30 raciones de alimentos secos”, sostuvo.

A la cruzada se le suma la voluntad de los vecinos y familiares de la “pibada cocinera”, que dona panes, verduras y otros productos. “Empezamos los domingos a la noche, pero como en las partidas de alimentos venían leches, decidimos hacer meriendas los miércoles y jueves. Al contar con mucha harina elaboramos rosquitas, por suerte el hijo de una de las madres del barrio trabaja en un frigorífico y nos dona grasa, de esa manera vamos consiguiendo cosas y realizando todo lo que está a nuestro alcance”, espetó.

Una señora que conocía desde antes y viene desde Barrio Toba con toda su familia, ella venía los mediodías que yo hacía comida en mi casa, y aunque a la noche se le complicaba, venía igual caminando, porque en su barrio es muchísima la demanda

Una pandemia que dejo a flor de piel los problemas que acarrea una sociedad por demás de injusta y desigual. “Me llamaba mucho la atención como en mi barrio, Acindar, no veíamos la situación de la falta de comida. No son sólo vecinos que vienen de nuestro barrio, sino que también se acercan desde zonas cercanas. Un caso particular es el de Mabel, que es una señora que conocía desde antes y viene desde Barrio Toba con toda su familia, ella venía los mediodías que yo hacía comida en mi casa, y aunque a la noche se le complicaba, venía igual caminando, porque en su barrio es muchísima la demanda”.

Este contexto de crisis dejó al desnudo las falencias de un sistema que golpea siempre a los mismos. “Mientras cocía barbijos para subsistir, miraba por mi ventana la cantidad de personas que comían del contenedor, al estar más tiempo en casa podía verlo a toda hora. Allí surgió la idea de poder contribuir de alguna manera, por ello empecé con el tema de hacer comida los mediodías. Nunca me sobró y dudo que me sobre alguna vez dinero, pero sentimos la necesidad de hacerlo junto a mi mamá, mi hija y hermanos, así fui juntando para poder hacer algunas raciones, para luego juntarme con los chicos y hacer algo más grande”.

Estos pibes tienen la edad de mis hijos, no más de 30 años, ellos fueron y son parte de esa juventud que siempre se estigmatiza. Los pibes laburan, tienen sus familias y salieron a compartir lo poco o mucho que tienen

Lo colectivo sirve, nos abraza y genera multiplicidad de maravillosas iniciativas, “la propuesta se va agrandando cada vez más, ahora también estamos juntando ropa para colocar una feria tipo trueque en las meriendas. En donde trocamos una ropa por un alimento, obviamente que si alguien necesita ropa y no tiene el alimento para colaborar, se lleva la ropa igual”.

Si bien las propuestas son muchas y las ganas están siempre, lo que falta son las donaciones de carne, insumo más que necesario para lograr un plato lo más nutritivo posible. “También ponemos ropa a bajísimo costo para conseguir eso que nos cuesta tanto conseguir. Lo que más necesitamos son dos cosas, colaboración y compromiso, lamentablemente esto último es algo que  a los vecinos más les cuesta. Estos pibes tienen la edad de mis hijos, no más de 30 años, ellos fueron y son parte de esa juventud que siempre se estigmatiza. Los pibes laburan, tienen sus familias y salieron a compartir lo poco o mucho que tienen, eso me llena de orgullo y emoción”, sostuvo emocionada Gabriela.     

El nombre de un pibe que ya no está en este plano, fue quien daría nombre a este necesario proyecto “Para reivindicar a un chico del barrio que ya no está, el nombre elegido para esta movida fue <SOLIDARIDAD JOACO>, en memoria de Joaco que ya no está, porque en los barrios las balas siguen silbando. Lo maravilloso de este grupo y que se proyecta en la mayoría de las barriadas, es que la idea es poder compartir lo que al otro le falta”.

El deseo es que esta cruzada colectiva a fuerza de pulmón y energía, despierte a barrio Acindar. “Habiendo una Vecinal en el territorio, me llama poderosamente la atención que la misma no nos haya propuesto poder utilizar las instalaciones para cocinar allí, o que ellos mismo pudieran hacerlo y así compartir con los vecinos. Si no me equivoco se cocinó una sola vez y nunca más”, concluyó.

Para colaborar con «Solidaridad Joaco» comunicarse al 341 – 153 712683