Los grados de pobreza en la Argentina han llegado a su máxima expresión. Los índices hasta el momento, según la información del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) ascienden al 36,5%. Lo llamativo es que a ningún funcionario, ni siquiera al presidente, esta situación les resulta alarmante.

«Gobernar es crear trabajo», reza una verdad peronista, que pareciera lejana a la realidad que atraviesa el país durante esta época donde hay tanta información y poca verdad.

Durante semanas, las organizaciones sociales instalaron sus carpas en la porteña avenida 9 de Julio en reclamo de un aumento en los planes sociales. En la ciudad de Rosario, las calles del microcentro y las principales plazas han sido habitadas por grupo de personas pertenecientes a los movimientos populares que adjuntan la lucha a este reclamo.

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En relación a esta cuestión, Conclusión entrevistó a Mayra Arena, reconocida por su participación en un programa de charlas y trabajadora en asesoría política y comunicacional en el Grupo Media Hub, y le consultó sobre esta temática que preocupa a mucha gente en redes sociales, pero sobre todo en la vida real.

 

¿Que opinás sobre los planes sociales en el país?

– Creo que el principal problema de la administración de lo que son los planes sociales, radica en que los que los gerencian o manejan no buscan lo que a mi criterio sería lo ideal en lo que es una política de emergencia, es decir, buscar la tendencia a su extinción. Cuando vos tenés una política para ayudar a los pobres, lo que vos más querés es que esa política sea cada vez menos necesaria, menos demandante por parte de la sociedad y buscar una tendencia a la reducción. Yo no creo que exista, o no parece haber, ese interés por parte de los que lo manejan, al contrario, por como los manejan, a mí me da la sensación de que hay una comodidad en esa forma de enfrentar la pobreza con salarios de supervivencia o menos de supervivencia como son los montos de los planes. Y el gobierno no sabe cómo manejar eso, es como una bola de nieve, porque nadie se atreve a sacarlos porque si lo sacas es como un cable que cortas y no sabes qué cosa va a explotar. Entonces es ese uno de los grandes problemas, que no se busca y que no supo encontrar, de cómo haces para que se produzca el achicamiento, como haces que se busque que haya menos planes y que quienes lo manejan o los representantes de eso estén de acuerdo.

¿Te parece que existe el famoso «gerenciamiento de los planes»?

– Ahí está el grave problema y la gran diferencia con la política. Los que manejan los planes sociales no pagan costo político porque no son personas que se presenten a elecciones. Entonces no pagan el costo político de que haya cada vez más planes o de que haya una pobreza dependiente de planes. Eso tampoco se dice y les da una cierta impunidad, porque como no sos sometido a ese filtro o a ese gran sojuzgamiento que es la democracia donde la gente dice si vos serviste o no, o si le gustaste o no, o si le gustó tu gestión o no. ¿Los que reciben planes votan a esos que manejan sus planes? ¿Los eligen? ¿O realmente esos que están ahí, están ahí y nadie los puede sacar? Y también hay un grado de impunidad que nadie plantea o juzga. Entonces, son varias cosas que se van juntando, el no buscar el achicamiento, el no estar sometido a la democracia o a la crítica o al voto popular ni a la elección popular. Entonces, ¿cómo vamos a hacer? ¿Van a estar ahí para siempre? ¿O tenemos que buscar una solución porque si no esto va a explotar en algún momento?.

¿Creés que hay más entrega de planes para captar votos?

– Eso es totalmente ficticio, porque en los sectores pobres Milei, Cambiemos, sacan porcentajes parecidos que en los sectores no pobres. No es que tenés una tendencia de que en ciertos barrios muchos más dependientes de la ayuda social, ahí gana cierto partido con el 80%. No existe. Eso es un mito. La calidad de la democracia se entorpece con la pobreza, por problemas como el acceso a la educación de calidad, a un trabajo que de movilidad económica y todas esas cosas, pero no por el gerenciamiento de la pobreza. Porque, como te decía antes, quienes manejan los planes sociales no son políticos que se someten a elecciones. Esto, los Grabois, los Pérsico, los administradores de los planes no son tontos, no se presentan a elecciones porque saben que eso erosionaría el poder que tienen.

Parece que esta situación no resulta llamativa a los ministro del gobierno.

Hay una comodidad en el funcionariado con respecto a todo, y con respecto a la administración de la pobreza particularmente, no hay políticas de erradicación, sino de esto, de ver hasta donde aguantan y como lo manejamos. La pandemia bajo drásticamente la intensidad de laburo de los funcionarios y, después de la pandemia, los laburantes mortales estuvimos un par de meses guardados y después volvimos a laburar. La política y muchos servicios que presta la política y el Estado, incluyendo la Salud y el transporte público que son las dos cosas que yo veo que más ha cambiado, no retomaron nunca el nivel pre pandemia. Rosario es una ciudad ejemplo de esto. El transporte público de Rosario no volvió nunca a estar en niveles pre pandemia. Ahí hay una impunidad que tiene el Estado y que no parece tener consecuencias al respecto. Como no tenés competidores, como no tenés quien te saque ciertas cuestiones, yo creo que hay un abuso de la política que muestra que está bastante cómoda. Incluso el miedo a perder las elecciones, a perder las bancas está haciendo que se trabaje de otra manera, lo cual es preocupante.

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Tener en condiciones el transporte público es de suma importancia para una sociedad que vive de cara al futuro.

El transporte público es una de las cosas por excelencia que te dice como trata una sociedad a sus laburantes pobres. En colectivo viaja el laburante pobre, el laburante que no va en auto, que no vive cerca del trabajo, que no vive en el centro y que necesita y depende de ese transporte público. No solo por una cuestión de calidad de tiempo, de calidad de vida, de llegar puntual al trabajo, de no perder el presentismo y todas esas cosas que nos mejoran la cotidianeidad, sino también por lo que es la paz que puede tener un laburante de saber que sale a una hora para enganchar el colectivo y no de tener que esperar en la oscuridad del anochecer o el amanecer y ser víctima de la criminalidad, porque todos sabemos que la criminalidad se ha volcado en los últimos años hacia los trabajadores. Hace cuanto no se le roba a alguien rico, a alguien de clase media muy acomodada. Se les roba a los pobres. Los hechos criminales entre pobres, y si no mejoras esas cuestiones, iluminación de las calles, atención de la policía o una seguridad un poco más organizada, de garitas seguras e iluminadas, transporte público que pase puntual o a un horario pactado aunque no haya una intensidad de frecuencia que algunos lugares se puede sostener y en otros no, si pasa cada media hora saber qué pasa si o si a esa hora que tiene que pasar y así vas organizando y tratando de que los laburantes vivan bien, que es la idea de cualquier gobierno justicialista. Pero, no están ocurriendo todas esas cuestiones que tienen que ver con cuestiones básicas que hacen a la cotidianeidad. La política está perdida en la ideología y en la superestructura y no te arregla un bache hace 20 años.

¿Pensás que el Gobierno Nacional se ocupó en asuntos que tenían que ver con las minorías y desatendió la Economía, por ejemplo?

Todo lo que tenga que ver con la inclusión de las minorías es respetable y destacable y solo puede ocurrir en gobiernos justicialistas. Ahora, si vos te distraés con eso y dejás de lado la constante puja económica que debe ser la política, porque la política en definitiva es un modelo económico que se impone contra otro modelo económico, y cuando votamos un gobierno justicialista lo hacemos por eso, para que ese modelo económico sea favorable a los trabajadores, es decir, que los servicios no te partan al medio, que la comida se pueda pagar, que el transporte público se pueda pagar, que el salario signifique un bienestar básico y que más o menos se pueda vivir. Esas cosas se desatendieron completamente y no lo podés permitir, porque las mayorías después te lo facturan en el voto. Contra eso no hay campaña, no hay bajada de línea ni nada. La gente sabe si está mejor o no, y claramente hoy no está mejor.

Trabajás dentro del gobierno, no creo que a muchos les gusten tus críticas sobre sus «no» acciones.

– La verdad no es de mi interés tener ese tipo de peleas porque uno no deja de ser compañero, peronista. Si lamento muchísimo que se pierda tanto el justicialismo en cuestiones de palabrerío y que haya tan poca acción. A mí me gusta más la gente de acción. Me gusta la política que labura para que la gente viva mejor y la verdad es que falta mucho de eso, faltan funcionarios de esa clase. Hay toda una generación de pibes que no son peronistas y lo vemos cuando vas a las unidades básicas y el peronista más joven tiene 30 años. ¿Qué paso con la juventud que no es peronista? En algo fracasamos. Y todas esas cuestiones que hacen que los jóvenes no se sientan peronista, que los trabajadores no sean naturalmente peronista, sino que haya una diversidad porque no está esa identidad de ser laburante y ser peronista como una misma cosa. Bueno, ahí hay un peronismo que les falló a los trabajadores y los trabajadores se fueron y pusieron su voto en otro lado. Entonces hay que hacerse cargo de esas cosas. Obviamente esa pelea y esa voz la voy a dar siempre. Es imposible que me sienta en otro lugar, más allá de que no viva en la villa, no puedo perder ese registro de lo que es vivir lejos, no tener un mango, no llegar a fin de mes y que la política te hable de cualquier otra cosa menos de tu realidad. Eso yo no lo tolero, no lo paso.

El partido justicialista hoy se encuentra completamente dañado. El presidente hoy es Alberto Fernández, quien se ha definido social demócrata. ¿Está representado hoy por hoy el movimiento peronista?

– No solo no nos representa, sino que nos ha metido en un berenjenal bárbaro. Hoy a una persona que llega con su sueldo hasta el 14 o 15 y el resto del mes se la pasa misereando, vos no le podes decir que se viene la derecha, porque tiene todo el derecho de insultarte. ¿A que le puede tener miedo una persona que no le alcanza para comer la mitad del mes? ¿O para vivir más o menos bien? Ese tipo de cuestiones son las que nos alejan, primero de nuestro electorado, y luego de nuestra bases ideológicas y políticas. Haber, si gobierna el justicialismo es completamente inadmisible que los sueldos de los trabajadores básicos estén por debajo de la línea de la pobreza y hace rato que lo está. Por eso, la política está muy cómoda y no está sabiendo cómo recuperar esas bases, y los destrozos recaen sobre el peronismo, recaen sobre este partido que después habrá que levantarlo. Hay una falta de registro que es muy impresionante. Se vio claramente en la pandemia con esas decisiones completamente ajenas al laburante, con esto de quédate en casa como si todo el mundo tuviera ahorros, como si todo el mundo tuviera capacidad de resto para sobrevivir y se sigue viendo a la hora de comunicar, con un discurso completamente escolarizado, completamente vacío de cualquier sentimiento trabajador. Me parece que falta mucho eso de volver a las bases y de volver a buscar los votos en cada barrio y dejar de leer encuestas en focus group que terminan arrinconando a la política y convirtiéndola en una burbuja dentro de otra burbuja.

¿Seguís creyendo en la política como la fantasía o la esperanza de poder cambiar las realidades?

Te diría hoy como peronista desesperada, que la política vuelva a mentir, que vuelva a hacernos creer en algo, porque está de moda que los funcionarios hagan diagnósticos como lo que hacemos los militantes de base, como el que hace el común de la gente. Yo quiero que la política me dé el comunicado de que va hacer al respecto. En el diagnostico estamos todos más o menos de acuerdo, todos vemos los mismos quilombos. Ahora, basta de estos funcionarios que describen la realidad, yo quiero funcionarios que la transformen. Y que estén ahí porque ya la entendieron, porque ya la escucharon y están dispuestos a dejar la vida para decir quiero cambiar la vida de la gente. Eso está faltando, una política pragmática, realista y que tenga, sobre todas las cosas, el Poder Ejecutivo con ganas de ejecutar y que haya gente con ganas realmente de tomar decisiones todo el tiempo y la política se trata de eso, no de patear las cosas para no molestar a nadie o de no tomar decisiones, esos avances o retiradas, esas marchas atrás que nos desgastaron tanto. Después de tantas marchas atrás es algo imposible que la gente te tome en serio cuando ponés primera. Entonces, la pérdida de poder que ha representado este gobierno, el vacío de poder que le ha trasmitido a la política va a ser muy difícil de poder recuperar, y lo peor que nos puede pasar es que encima lo agarre la derecha que obviamente va a llenar ese poder y va a girar todos los timones en una política re contra regresiva y en contra de los intereses laborales más aún de los que ya tenemos. Los que ya tenemos son por falta de acción política, encima de eso se viene una dirección, una línea, un avance en contra directamente de los trabajadores. Y después de tantos años en caída, es imposible pedirle a la gente que se identifique con vos. Hay que llevar soluciones, hay que llevar políticas, hay que terminar con palabreríos si queremos recupera el voto popular. Si no, no hay derecho a pedirlo.