El trabajo infantil afectó a unos 763.000 niños de entre 5 y 17 años de edad en Argentina durante el año 2017, según la la Encuesta de actividades de niñas, niños y adolescentes (EANNA). Si bien estos números datan de tres años atrás, no hubo nuevos relevamientos oficiales que permitan actualizarlos.

Sin embargo, la oficina argentina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tomó nota de la cuestión y trabaja con otras instituciones para sentar bases que detecten y prevengan el trabajo infantil.

La ley argentina sostiene que los niños puede trabajar a partir de los 16 o 17 años, pero sólo en condiciones de protección. Al verse vulnerada esta reglamentación, desde la OIT formaron alianzas con instituciones como sindicatos, para observar de cerca las políticas que tomaban las empresas.

Otros sectores con los que se trabajó en conjunto fueron el Ministerio de Trabajo, el de Salud y el de Educación. Entre las últimas alianzas que registró la OIT, figuran pactos con el INTA, con la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre) y con el Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), todos ellos destinados a combatir el trabajo infantil.

La OIT opera brindando asistencia técnica para que se cumplan las políticas públicas que implementa el Estado a partir de la aprobación de los convenios

Para esto, el organismo pone a disposición herramientas como el Modelo de Identificación del Riesgo de Trabajo Infantil (Mirti), que permite que cada provincia identifique sus áreas más críticas respecto al trabajo infantil. Esto permite analizar dónde se ponen los recursos y dónde radica el problema.

Además, desde la OIT publicaron manuales y guías con información sobre trabajo infantil, facilitando de esta forma el acceso al conocimiento, y también lanzaron un manual para equipos de atención primaria de la salud.