Por Gisela Gentile

La pandemia Covid-19 -que aún estamos trascurriendo- dejará secuelas de por vida. Algunas de ellas, quizás las que se dan más a largo plazo o en el terreno de la salud mental, tardarán más en aparecer, o podremos identificarlas de aquí a un tiempo. Otras son más visibles y se presentan en el plano de lo físico.

Si nos remontamos a tiempos anteriores a este virus que vino a condicionar la acostumbrada “normalidad”, la Organización Mundial de la Salud (OMS), sentenciaba que el 80 % de los adolescentes en el mundo no tiene el nivel suficiente de actividad física. Ya sea para esta franja etaria o cualquier otra, la inactividad es considerada el cuarto factor de riesgo de muerte más importante en todo el mundo.

En ese mismo sentido, los indicadores de Argentina arrojaban que la mitad de la población es sedentaria. Jugando un papel más que preponderante la vorágine cotidiana, el uso excesivo de las pantallas y las extensas jornadas de trabajo.

Todos los factores e índices antes mencionados se vieron claramente incrementados con los aislamientos sociales que ha tenido que afrontar gran parte de la población mundial. Una situación que nos empujó a estar más quietos, recluidos, excedidos en consumo de alimentos, abocados diariamente a muchas horas de pantallas, sumado a la falta de socialización, crisis económica e incertidumbre.

Según los datos del Ministerio de la Salud de la Nación, en Argentina 6 de cada 10 adultos presentan exceso de peso. Pero si nos focalizamos en los niños y niñas que han tenido que atravesar esta pandemia con muchos menos recursos que los adultos, los números son también muy alarmantes.  Los estudios indican que del total de niños y niñas en edad escolar, el 30% tiene sobrepeso y el 6% obesidad.

¿Por qué el sobrepeso y la obesidad son un problema de salud?

Más del 50% de la población en Argentina tiene exceso de peso. Esto aumenta el riesgo de tener más de 200 problemas de salud, como, por ejemplo: diabetes, hipertensión arterial (presión alta), enfermedades respiratorias crónicas, enfermedad de los riñones, del hígado y algunos tipos de cáncer.

Por ello Conclusión dialogó con la licenciada en nutrición Mariela Gentile con la intención de poder profundizar sobre cómo y cuál ha sido la franja etaria más afectada en la pandemia en torno al sedentarismo y mala nutrición. La pandemia, en muchos casos, vino para incrementar y profundizar aún más los malos hábitos y costumbres que afectan nuestra salud. “El sobrepeso y la obesidad son un problema de salud crónico, no aparece en un día, ni se soluciona en una semana. En torno a esto, podría aportar que en el espacio donde desarrollo mis actividades, puedo observar mayor afectación de pacientes de edad temprana o primera instancia”.

Al principio todos hacíamos actividades con aplicaciones, pero después resultó una pantalla más a la cual exponerse o una tarea más a cumplir. 

La alimentación saludable y la actividad física son medidas efectivas para prevenir y controlar el sobrepeso y la obesidad. “Si bien esto se escucha con frecuencia, es importante tratar de realizar las 4 comidas al día: desayuno, almuerzo, merienda y cena (evitando picoteo), aumentar el consumo de frutas y verduras de estación.  Elegir alimentos bajos en grasas (leche, yogur y queso). Disminuyendo así el consumo de alimentos ultraprocesados con mucha azúcar, grasa y/o sal, como las golosinas, productos de copetín, fiambres, embutidos y bebidas azucaradas (Dejándolos para ocasiones especiales, donde no hay otras opciones)”, indicó.

Algunos cambios son muy pequeños, pero acarrean grandes consecuencias que de a poco hacen que nuestros malos hábitos vayan transformándose. “Podemos reemplazar la sal por condimentos como orégano, pimienta, ajo, perejil, romero, tomillo. A lo cual enfatizaría en poder concretar, al menos día por medio, actividad física. En este último aspecto sería interesante poder buscar alguna (dentro de las restricciones establecidas) que tenga que ver con el esparcimiento, pensada desde el lado del disfrute y no como una obligación. Al principio todos hacíamos actividades con aplicaciones, pero después resultó una pantalla más a la cual exponerse o una tarea más a cumplir. Entonces me parece importante resignificar la actividad física al aire libre (respetando restricciones y horarios) y no tomarla como una tarea virtual más”.

Luego de más de un año transitando todas estas situaciones, hay que considerar también el cansancio y agotamiento que tienen los cuidadores de niños y niñas; no solo tenemos que ser clínicamente pertinentes, sino que también debemos ser empáticos. 

Debido a las limitaciones actuales como el cierre de los centros deportivos, gimnasios, restricciones para hacer ejercicio de manera grupal, agregando también la limitación de actividad física que se realizaba en los recreos de los colegios, entre otras, han producido un fenómeno deportivo sin precedentes, como es la actividad física en el hogar, algo que, si bien en sus inicios fue tomado con entusiasmo, el sostenimiento en el tiempo es lo más difícil de lograr. “Más allá de todas las generalidades que marqué con anterioridad que están dirigidas a la población en general, refiriéndome a la actividad física, la buena alimentación y demás, es preciso resaltar o realizar una salvedad a esta altura de la pandemia. No estamos viviendo las mismas situaciones ahora que al principio de la misma”.

Los tiempos cambian, los ánimos no son los mismos y las realidades que vive cada familia tampoco lo son. En este proceso de cambio y adaptación nuestras costumbres, hábitos, ánimos y acciones han ido mutando. “Luego de más de un año transitando todas estas situaciones, hay que considerar también el cansancio y agotamiento que tienen los cuidadores de estos niños y niñas, en donde los profesionales no solo tenemos que ser clínicamente pertinentes, sino que también debemos ser empáticos y dar indicaciones asertivas”.

Para finalizar, la licenciada realizó una reflexión anclada en la realidad que estamos atravesando. “Como profesionales debemos buscar la posibilidad, a través de indicaciones creativas, para que las mismas puedan cumplirse en una situación de tanto cansancio, desánimo y hartazgo. Más allá de poder decir lo nutricionalmente correcto, en donde todos estamos cansados de que nos digan qué hacer, también hay que decir cómo hacerlo con las posibilidades que se cuentan en cada una de las casas. Es necesario ser empático con la persona que tenemos en frente, no sobrecargar con cosas innecesarias para que las indicaciones puedan ser concretadas”.