Por Alejandro Maidana

Es por acá, no cabe duda alguna, la única manera posible de discutirle a este modelo productivo envenenador y arrasador, es dándole vida a una manera de producir que recupere los saberes, aromas y colores del campo. La tierra vive momentos apocalípticos, el avance sostenido del extractivismo en todas sus formas, ha puesto en jaque un presente que no permite ser muy optimista con un futuro diametralmente opuesto.

El surgimiento de los organismos genéticamente modificados (OGM) o productos transgénicos, es decir, los productos agrícolas y alimenticios producidos por técnicas de ingeniería genética, ha planteado un sin fin de interrogantes acerca de los posibles efectos de los mismos en la seguridad alimentaria, la biodiversidad agrícola y el medio ambiente. A lo anteriormente mencionado, también se le sumaría el amplio debate en torno a los probables riesgos que acarrearía su consumo para la salud.

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Si bien es preciso destacar que el modelo a base de transgénicos se encuentra en una profunda crisis, el furibundo lobby del agronegocio lo sigue manteniendo de pie apoyado en un socio desprejuiciado, el Estado. La garganta desgarrada de tanto gritarle a la desidia de los pueblos fumigados parece no haber logrado la sensibilidad necesaria en aquellos que cuentan con el poder necesario para poder torcer esta realidad beneficiosa para un reducido grupo.

En ese marco de discusión, claramente desbalanceada, la agroecología se erige como el único faro capaz de iluminar el camino que pueda acercar una solución productiva saludable y sustentable. Es por ello que de manera silenciosa pero sostenida, desde distintos puntos cardinales del país, una semilla sin patente que puede prescindir de un nocivo coctel de químicos, comienza a germinar generando brotes de esperanza.

Hersilia muestra un camino que busca ramificarse

Esta población santafesina perteneciente al departamento San Cristóbal, que apenas supera los 3 mil habitantes, lleva casi 8 años persiguiendo la transformación agrícola. A través de lo que parecería una utopía derribada, productores, políticos y vecinos han podido lograr un consenso para empujar en conjunto, un proyecto agroecológico que beneficie tanto a sus habitantes como al ambiente que los circunda.

El proyecto de las 5 hectáreas surge en un marco inspirado en el proceso de transformación agroecológica que se viene dando en Hersilia desde el 2011, año en que a través de una ordenanza las fumigaciones se alejaban 800 metros del pueblo.

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A su vez en el 2015 se sanciona otra que promueve un equipo para fomentar la agroecología, allí distintas instituciones y organizaciones de manera mancomunada, comienzan a articular junto a la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral. Fueron dos técnicos los que comenzaron a empujar la transformación de Hersilia, labor que vienen sosteniendo hasta la fecha, ellos son Violeta Pagani y Brian Murphy. Ambos vienen llevando adelante su trabajo con el apoyo de la comuna local.

En ese marco una parte de los vecinos autoconvocados, comenzaron a cuestionar su manera de vinculación con el campo. Fernando Albrecht es habitante y docente de Hersilia, en una invalorable charla con Conclusión, compartió el derrotero de aquellos que le van torciendo de a poco el brazo al modelo actual.

La agroecología está para producir alimentos sanos sobre todo para nuestro pueblo, el mismo cuenta con 65 mil hectáreas y sin embargo hay familias que pasan hambre y no cuentan con un trabajo digno, siendo que somos un pueblo agrícola. Es por ello que consideramos que con esta práctica se pueden generar puestos de trabajo y con una actividad saludable”, sostuvo Albrecht.

Este pequeño pueblo cuenta con una cocina comunitaria a la que acceden varias familias, allí son las mamás las que ponen manos a la obra para que sus niños puedan acceder a un plato de comida los fines de semana, días en los que nos concurren a la escuela y por ende tampoco gozan de los alimentos que ahí le proveen. “Es imposible concebir que tengamos déficit alimentario con las posibilidades que nos brinda la tierra, por ello consolidamos la idea de vincular al campo con la alimentación de nuestra comunidad”.

Es ahí donde emerge la solidaridad, esa que se brinda de manera horizontal y sin esperar nada del otro lado. “Es aquí donde emerge la figura de Fabricio Astore, quién junto a su hermano y su madre son arrendatarios de un campo de un productor ganadero, ellos al familiarizarse con la idea, no dudaron en socializar 5 hectáreas de campo para ensayar y  producir alimentos. Cabe destacar que el productor dueño del campo, se sumó a esta cruzada avalando la práctica que pensábamos llevar a cabo”.

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Forman parte de este grupo de 4 vecinos que dejaron de soñar con un mundo mejor para ponerlo en marcha, Fabricio Astore (arrendatario del campo), Juan José Peralta (vecino autovonvocado), Gastón Macagno (heladero y estudiante de historia) y Fernando Albrecht (docente). El 2018 encontraría a estos 4 quijotes tomando un crédito al que vienen cubriendo con sus sueldos particulares, la Comuna se encargaría de cederles el tractor, mientras que el combustible y las horas hombres que necesita la labranza, correría por cuenta de quiénes emprendieron este maravilloso proyecto.

El potrero donde se llevo a cabo la siembra y posterior cosecha, es bajo y muy salino, algo que incrementa el desafío que tienen por delante. “Esta es una de las cosas que debe enfrentar y recuperar la agroecología, la vida y la diversidad de los suelos. El comienzo del desafío arrancó en dos hectáreas con la siembra de trigo, allí gracias al aporte de las semillas por parte de la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral, pudimos comenzar con el trabajo. Debido al mal estado del suelo del potrero, pudimos realizar solo una arada, para finalmente en julio gracias a una vieja sembradora tiramos igual el trigo a sabiendas de que si el mismo no servía para cosechar, serviría para generar pastura y renovar la tierra”, enfatizó.

Si bien el pulgón amenazó el cultivo, la fumigada con cocteles orgánicos pudo encaminar la cosecha. “Es ahí donde gracias a la acción desinteresada de un viejo cosechador del pueblo <Payo Orlanda>, se comenzó con la trilla sacando alrededor de 2 mil kilos, a razón de mil kilos por hectárea. Si bien sabemos que se pueden sacar más kilos, ya que en algunos casos el rendimiento ha llegado a los 5 mil, y en otros a 3 mil, creemos que vamos a poder contar con mil kilos de harina agroecológica de esta tarea que nos enorgullece”.

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En septiembre estos 4 jinetes de la esperanza, sembraron maíz para poder replicar semillas no transgénicas, sumándole a éstas un kilo de semillas de zapallo plomo, y uno de zapallo anquito que van evolucionando en una tierra poco amigable. Un esfuerzo encomiable y digno de imitar de un grupo de personas a las que lejos de sobrarle espalda económica, buscan empatarle de manera sistemática al fin de mes.

En el marco de la transformación agroecológica que se viene dando en Hersilia, debemos destacar que el acompañamiento de la provincia ha sido muy tibio, ya que el financiamiento para el proyecto de alimentos saludables del periurbano ha sido casi nulo. Nosotros después de mucho insistir logramos conseguir para el pueblo $500.000 que nos han servido para adquirir una aradito chico, una enrolladora usada que gracias al aporte de la Comuna junto al de los productores, se pudo reparar para ponerla en marcha, un tinglado que montamos dentro de las 2,5 hectáreas que nos cedió la Comuna local para armar un espacio de servicio integral agroecológico, y por último acceder a la compra de un fumigador agroecológico de 2 mil litros usado”, comentó Fernando Albrecht.

Lamentablemente los otros proyectos pensados para consolidar un modelo de producción saludable, quedaron truncos debido a que fueron cajoneados y <pisados> políticamente en un año electoral. “Estamos expectantes a lo que pueda suceder en el gobierno de Omar Perotti, qué tipo de programas impulsará en torno a los proyectos como el del Hersilia. La idea de convertir a nuestros pueblos en productores de alimentos saludables para consumo propio, busca revertir el esquema que ha planteado el capitalismo actual que es el de concentración de las industrias en las ciudades, lo del campo viaja a la ciudad para luego volver manufacturado, procesado al lugar de donde salieron”.

Repetir la matriz de nuestros antepasados, aquellos que fundaron las primeras cooperativas queseras, lecheras, las cremerías, recuperar eso pero con mucha mayor amplitud gracias al importante avance de la tecnología. Hoy contamos con muchas ventajas para el trabajo agroecológico, quien sostenga que es imposible producir de esta manera, es porque permanece encerrado en un esquema que no solo atenta contra la salud, sino también cercena el avance de un nuevo paradigma en la manera de producir”.

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Los proyectos impulsados desde Hersilia aún permanecen en el Ministerio de la Producción, por eso existe una importante ansiedad circundante en torno a cuál será la política que va impulsar la gestión de Omar Perotti. Si bien el camino que vienen transitando los vecinos autoconvocados de este pueblo santafesino se muestra pedregoso y un tanto sinuoso, sobran fuerzas para seguir aceitando la maquinaria de la  solidaridad.

Es menester remarcar el fundamental acompañamiento que recibe la transición agroecológica por parte de la Comuna de Hersilia. El alejamiento de 800 metros de las fumigaciones en 2011, la sanción de la ordenanza que impulsó la agroecología en 2015 convirtiéndose en vanguardia provincial y nacional, y por último, mencionar la contratación de la Red de Técnicos en Agroecología del Litoral. Sin dudas, algo a imitar y replicar.