Por Alejandro Maidana

Desde todos los puntos cardinales de un país rendido a los pies del monocultivo, se siguen levantando barricadas de resistencia, se elevan voces críticas que no hipotecan su presente para poder abrazar un futuro libre de venenos.

La agroecología se afianza como el único camino que puede torcer este dañino paradigma, un renacer de la semilla, de la raíz, de la memoria de aquellos que jamás hubiesen pensado que se podría llegar a patentar la vida.

Pero el tiempo ha mutado, el modelo está en crisis y solo se apoya en su poderoso lobby para frenar lo que ya se ha consolidado, el rechazo a esta manera de producir commodities que nada tienen que ver los alimentos. El Paraje Los Pinos se encuentra sobre la ruta 18 y se extiende desde  el kilómetro 10 al 15, a su derecha se ubican Piñero y Álvarez, mientras que a su izquierda lo hacen Alvear y Villa Amelia.

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“Estos lugares se han superpoblado, es por ello que las fumigaciones impactan de manera directa a los vecinos. La presencia de mosquitos a la vera del casco urbano se incrementó de manera notable”, cuenta Gustavo Ludueña, vecino de Los Pinos en charla con este diario.

Las ordenanzas y sus violaciones sistemáticas, “las 4 comunas cuentan con las mismas y adhieren a la ley provincial 11.273, sin embargo el no respeto de las mismas nos empujó a reunirnos como vecinos autoconvocados en contra de los agrotóxicos”, indicó.

Debido al enorme desconocimiento de los moradores, el inicio de distintas jornadas informativas se fue abriendo camino. Sobre esto Ludueña disparó, “gracias a un compañero que trabaja en agroecología, pudimos conseguir el Centro de Salud del lugar para comenzar con estas charlas que consideramos de vital importancia”.

Si bien los metros libres de venenos para las fumigaciones varían de acuerdo al lugar, la premisa es controlar que se respeten los mismos, algo que usualmente el poder político no realiza.

“Nuestra actividad tiene su anclaje en lograr que se sigan sumando vecinos a esta lucha, perseguimos que se alejen cada vez más las fumigaciones y que en esos metros libres de venenos se comience a practicar la agroecología. Hay muchos referentes que acercan sus propuestas a las comunas para tratar de torcer el rumbo de este modelo productivo que sigue avanzando”, cuenta el vecino.

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Un camino repleto de espinas, una tarea de concientización que requiere de un estoicismo sin igual para no claudicar en el intento. “El malestar ante estas prácticas es generalizado, un mes atrás fumigaron a solo 30 metros de nuestra casa a las 4.30 de la mañana, mientras que en Villa Amelia a un vecino le fumigaron hasta la pared de su hogar. Es por ello que nos vamos acompañando en torno a la realización de las denuncias, las mismas no suelen tener un destino favorable por eso mismo hacemos hincapié en la necesidad de agruparnos y empujar todos juntos”.

El último hecho que generó una enorme preocupación sucedió días atrás, “se trató de un avión fumigador que de manera impune realizó maniobras por encima de las casas. Cabe destacar que las fumigaciones aéreas tienen un límite de 1.500 metros, pese a eso la demostración de poder fue explícita”, enfatizó Ludueña.

“Dentro de estos encuentros que realizamos cada 15 días, podemos encontrar distintos actores sociales. No funcionamos como un grupo cerrado, tenemos la certeza que la salida es grupal, por ello invitamos a quienes quieran sumarse, incluidos los productores”, concluyó.