El número de víctimas mortales por un atentado contra un colegio de mujeres en la capital afgana subió a 50, la mayoría de ellas alumnas de entre 11 y 15 años, según informó este domingo el Ministerio del Interior.

El vocero del Ministerio, Tareq Arian, dijo a la prensa que un coche bomba estalló el sábado en Kabul delante del colegio Sayed Al Shuhada y otras dos bombas estallaron cuando las alumnas, presas de pánico, salieron corriendo al exterior.

Arian añadió que más de un centenar de personas resultaron heridas y que la mayoría de las víctimas son alumnas. Horas después del atentado se informó que había cerca de 80 personas heridas y se oficializaron 30 decesos, pero las cifras se elevaron en las primeras horas de este domingo.

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Las explosiones se produjeron en el barrio de Dasht-e-Barchi, en el oeste de la capital afgana, poblado principalmente por chiitas hazara, que suelen ser el blanco de grupos islamistas sunnitas, como los talibanes o el Estado Islámico (EI).

El atentado tuvo lugar cuando los habitantes hacían las compras para la festividad musulmana de Aíd al Fitr, que marcará el final del mes de ayuno del Ramadán la próxima semana.

“Nuestros niños no merecen esto. Ningún niño merece esto. Esto es terrorismo internacional”, lamentó en Twitter la reconocida activista afgana Wazhma Frogh.

Las familias comenzaron a enterrar este domingo a las víctimas en un lugar llamado “Cementerio de los Mártires” en la cima de una colina.

El ataque no fue reivindicado, pero el presidente afgano, Ashraf Ghani, acusó a los talibanes, quienes negaron su responsabilidad y condenaron el atentado.

“Este grupo de salvajes no tiene la capacidad de enfrentar a las fuerzas de seguridad en el campo de batalla, por lo que atacan bárbaramente edificios públicos y escuelas de niñas”, denunció el presidente en un comunicado de prensa.

“Los talibanes están detrás de estos ataques. Ya han cometido ataques similares contra establecimientos escolares en el pasado”, declaró Arian, según informó la agencia de noticias AFP.

Los talibanes afirmaron que no han cometido ataques en Kabul desde febrero de 2020, cuando firmaron un acuerdo con Estados Unidos allanando el camino para las conversaciones de paz y la retirada de las últimas tropas estadounidenses.

Sin embargo, combaten diariamente a las fuerzas afganas en el interior del país, a pesar de que el Ejército estadounidense anunció que iba a retirar sus tropas.

El principal diplomático estadounidense en Kabul, Ross Wilson, calificó los ataques en Kabul de “atroces”.

“Este ataque imperdonable contra los niños es un ataque al futuro de Afganistán, que no se puede tolerar”, dijo Wilson en Twitter.

Dasht-e-Barchi ha sido frecuente objetivo de ataques de militantes islamistas sunitas.

En mayo del año pasado un grupo de hombres armados atacó un hospital en el área en una acción en plena luz del día, dejando 25 personas muertas, inclusive 16 madres de recién nacidos.

El hospital era apoyado por la organización humanitaria internacional Médicos sin Fronteras (MSF), que tuvo que retirarse después del proyecto.

Aunque el ataque no fue reivindicado, el presidente afgano acusó a los talibanes y al Estado Islámico.

El pasado octubre, también se produjo en este barrio un ataque contra otro centro educativo, que dejó 24 muertos y 57 heridos.

En aquella ocasión el estallido se produjo cuando los guardias de seguridad del centro identificaron a “un atacante suicida a pie”, que detonó los explosivos que portaba al serle negado el paso.