Por Nabih Yussef*

Brasil vive horas decisivas. Tras la filtración a la prensa de una grabación donde se involucra al presidente Michel Temer en casos de corrupción, miles de brasileños han salido a manifestarse en las calles contra el gobierno de Brasilia.

Los casos de corrupción adquieren mayor virulencia social con motivo de la recesión económica que atraviesa Brasil. Una recesión que ha golpeado fuertemente a la genera-ción de empleo, la radicación de inversiones extranjeras directas y a la balanza comercial del país.

Para Esteban Actis, “Brasil venía transitando por el carril subterráneo en una corrupción sistémica de hace 20 años y eso ha explotado, salpicando a toda la clase política brasileña”. Para el especialista en relaciones internacionales, “la corrupción en Brasil, es un combo explosivo donde no se vislumbra una salida.”

La crisis de representatividad brasileña se agudiza con una crisis institucional. El cuestionado juicio político a la ex mandataria Dilma Rousseff, hizo que su vicepresidente se alzara con la presidencia del Palacio Planalto (sede del Ejecutivo en Brasilia). La even-tual caída de Temer acorralado por los casos de corrupción, dejaría la línea sucesoria presidencial a manos del parlamento. Mientras tanto, el Partido de los Trabajadores (PT) reclama “diretas já”, elecciones directas por mandato popular para devolver credibilidad al sistema.

Actis se muestra escéptico con esta salida del conflicto, y advierte que el gobierno federal está intercambiando favores políticos para evitar que se reúnan los dos tercios de los congresistas y activen el impeachment contra el mandatario.Sin embargo, indica “a Temer le está costando obtener los números para mantenerse en el poder. Su única fortaleza es que no hay plan B.” En caso de no conseguir esos números se llamarían a elecciones indirectas y sería el parlamento brasileño quién debiera votar por un presidente interino para suplir el vacío de poder.

El PT ha denunciado en varias oportunidades que Brasil fue víctima de un “golpe de Esta-do” a manos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Para la dirigen-cia “trabalhista”, Inácio Lula Da Silva es el indicado para recuperar el terreno perdido. Para Actis “Lula tiene un gran consenso de la población en torno del 30% pero una imagen negativa muy fuerte”, el investigador del CONICET sostiene sin embargo, que las reticencias del sector empresarial son un factor que debilitan la “estrategia lula” para las elecciones directas.

Brasil se encuentra neutralizado internacionalmente producto de su crisis institucional y su retracción económica (8 puntos de caída de su PBI). Esto afecta la manera en que Brasil ha participado de las organizaciones internacionales, como de sus vínculos con la región. Atrás quedaron las ideas del ex canciller Celso Amorim, de constituirse como un “global player” jugando el juego grande de las naciones y reclamando un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (hoy petrificado en los 5 países ganadores de la II Guerra Mundial).

En un mismo sentido, la retracción internacional brasileña amenaza los vínculos provechosos que otrora supo ganar en África, al tiempo que se encuentra invalidada para dar garantías de seguridad en América del Sur conteniendo la escalada del conflicto venezolano. Conflicto que en otras oportunidades, supo destrabar Lula con su diplomacia presidencial asertiva. En este escenario la crisis parece agudizarse, “hay que abrocharse los cinturones” bromea Actis.

*Analista internacional, subdirector de www.CEIEP.org