El Gobierno de Emmanuel Macron está desesperado por desactivar de alguna manera el movimiento de los chalecos amarillos, que volvió a ganar fuerza en su primera movilización de 2019 el sábado pasado. Para obtener este objetivo, además de aumentar el nivel de represión sobre los manifestantes, ha convocado a un «gran debate nacional», no fueron invitados los chalecos amarillos.

En su lugar, sí participaron representantes de los principales sindicatos a los que los chalecos les han empezado a reclamar la convocatoria a una huelga general como CFDT, el CFE-CGC y el CFTC, además de empresarios.

Por su parte, en Asambleas Generales que se realizaron en diferentes regiones, los Chalecos Amarillos no solo han discutido no participar de este diálogo sino exigir a las direcciones sindicales acciones para construir la huelga general.

Sin embargo, a pesar de este apoyo directo o indirecto de las direcciones sindicales y patronales, es claro que el gobierno está completamente impotente contra el movimiento de los chalecos amarillos, y que la situación nunca ha sido tan favorable para lanzar la contraofensiva después de años de derrotas sociales.

Para colmo, el líder del movimiento de izquierda, «Francia Insumisa», Jean-Luc Mélechon afirmó este miércoles que apoya el llamado a «huelga general» para el 5 de febrero, formulado por franceses, Eric Drouet y la CGT.

«Me subo al apoyo de esta convocatoria que demuestran que el vigor del movimiento de chalecos amarillos no se ha disuelto por el engaño del ‘gran debate'», anunció Mélechon en un comunicado.

El movimiento de los chalecos amarillos ha logrado, con su movilización en las calles, que Macron retroceda por primera vez en sus ataques, deslegitimando profundamente al gobierno y cualquier forma de «diálogo social», dando un golpe también a los líderes sindicales que lo intentan, ahora por medio del «gran debate nacional».