El discurso pronunciado por el presidente francés, Emmanuel Macron, ante la Conferencia Episcopal, donde señaló que hay que «reparar» el «dañado vínculo entre la Iglesia y el Estado», provocó duras críticas de toda la oposición y de algunos oficialistas, que lo consideran contrario al laicismo del país.

«Compartimos el sentimiento de que el vínculo entre la Iglesia y el Estado se ha dañado y que tenemos que repararlo», aseguró anoche el mandatario ante los obispos franceses.

Agregó que «una Iglesia que pretende desinteresarse de las cuestiones temporales no completaría su vocación» y «un presidente que pretendiera desinteresarse de la Iglesia y de los católicos no cumpliría su deber».

Macron, que reconoció que existen puntos de acuerdo entre el catolicismo y su movimiento político La República En Marcha, se mostró «convencido de que la savia católica debe contribuir, ahora y siempre, a impulsar la nación«.

El gobernante agradeció los esfuerzos de la Iglesia por «conciliar sus principios con la realidad» y aseguró que «cada día la Iglesia acompaña a familias monoparentales, homosexuales o que han abortado», una frase muy criticada en las redes sociales.

El discurso, inédito en un presidente francés desde que en 1905 el país adoptó la separación entre la Iglesia y el Estado, le valió a Macron ataques, sobre todo, de la izquierda, pero también de algunos correligionarios, en un momento en el que el país debate la legalización de la reproducción asistida para parejas homosexuales y la gestación subrogada, reseñó la agencia de noticias EFE.

El más duro fue el líder del partido La Francia Insumisa, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que a través de Twitter recordó al presidente que «no tiene que haber ningún vínculo entre la Iglesia y el Estado».
«¿Ahora el canónico Macron tiene la intención de darse una vuelta por las sinagogas, las mezquitas y los templos? ¡Lamentable!», agregó el diputado.

El ex candidato socialista a la presidencia de Francia Benoit Hamon pidió a Macron que aclare qué quiso decir con el «vínculo dañado» entre iglesia y Estado y si se refería expresamente a la legalización en 2013 del matrimonio homosexual, al que la Conferencia Episcopal se opuso de forma muy firme.

El nuevo líder del Partido Socialista, Olivier Faure, también criticó a Macron y aseguró que «en una república laica ninguna fe puede imponerse a la ley».

Un razonamiento similar al utilizado por el ex primer ministro socialista Manuel Valls, que ahora apoya en el Parlamento al presidente, pero que le recordó que «el laicismo es Francia».

Ante el alud de críticas, el portavoz del gobierno, Benjamin Grivaux, explicó hoy en la radio Europe 1 que la intención del presidente era «pedagógica» y que «si bien el Estado es laico, la sociedad no lo es».

El laicismo, tema de debate recurrente en Francia, está consagrado en la Constitución gala de 1958, que declara al país como una República «indivisible, laica, democrática y social» y «garantiza la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión».