El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó hoy un decreto para avanzar con la construcción de dos polémicos oleoductos, una medida que golpea el legado de su antecesor Barack Obama en materia de cambio climático y que fue condenada por ambientalistas y celebrada por los republicanos en el Congreso.

Tras proclamar que el ambientalismo «está fuera de control», y redoblando su práctica de usar sus atribuciones ejecutivas para imponer sus primeras medidas, Trump firmó además otro decreto que recorta el tiempo de las evaluaciones de impacto ambiental de proyectos de infraestructura prioritarios, como rutas o puentes.

También hoy, la prensa estadounidense hizo público un memorándum por el que Trump prohíbe a los trabajadores de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en inglés) que informen de sus avances a la prensa o actualicen las redes sociales, a la vez que congela sus contratos y subvenciones.

En una comparecencia en el Despacho Oval, Trump aseguró que la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, planeados hace años pero paralizados por Obama, estará sujeta a «términos y condiciones» que su gabinete va a «negociar» con las empresas encargadas de construirlos.

«Esto va a generar muchos trabajos en el sector de la construcción», garantizó el nuevo presidente estadounidense, un conocido negacionista del cambio climático que años atrás llegó a afirmar que el calentamiento global era «un invento de China» para hacer que Estados Unidos fuera menos competitivo.

El oleoducto Keystone SL, de la canadiense TransCanada y vetado por Obama en 2015, tenía como objetivo transportar unos 830.000 barriles diarios de petróleo crudo sintético y bituminoso diluido desde la provincia canadiense de Alberta a distintos lugares de Estados Unidos, incluidas refinerías en el Golfo de México.

Por su parte, el Dakota Access, un proyecto de 3.800 millones de dólares, llevaría medio millón de barriles de petróleo desde los yacimientos bituminosos de Dakota del Norte a una infraestructura ya existente en Illinois.

Ambos afrontaron mucha resistencia de grupos ambientalistas debido al poder contaminante del petróleo procedente de las arenas bituminosas, cuya producción emite un 17 % más de gases de efecto invernadero que la extracción convencional de crudo.

El segundo de ellos, además, había generado una fuerte protesta de la tribu indígena Standing Rock, para la que el oleoducto Dakota Access degradará tierras que consideran sagradas y contaminará las aguas del río Missouri, de las que depende su modo de vida.

La empresa de Texas que desarrolla el proyecto, Energy Transfer Partners, rechaza las denuncias y dice que el oleoducto es seguro.

Trump firmó además otra orden ejecutiva, o decreto, que establece que la tubería necesaria para construir esos oleoductos «debe estar fabricada en Estados Unidos, porque ahora muchas de las tuberías se fabrican en otros países».

«Vamos a construir nuestras propias tuberías, como solíamos hacer en otros tiempos», sentenció el nuevo presidente, informó la agencia de noticias EFE.

La empresa responsable del proyecto Keystone XL, la canadiense TransCanada, expresó su interés en retomar la construcción del proyecto.

Casi 600 opositores al oleoducto de Dakota del Norte han sido detenidos por protestar contra el proyecto desde el año pasado.

Grupos ambientalistas lamentaron el decreto de Trump sobre los oleoductos, al que consideraron una herramienta para servir a los intereses de la industria petrolera.

El nominado de Trump como su secretario de Estado, Rex Tillerson, es un ex CEO de la compañía energética Exxon, mientras que su elegido para ser secretario de Energía, Rick Perry, tiene acciones en Energy Transfers.

«Donald Trump ha estado en el cargo cuatro días y ya está demostrando ser la peligrosa amenaza a nuestro clima que temíamos que sería», dijo Michael Brune, director ejecutivo de la organización ambientalista Sierra Club, citado por la cadena CNN.

Brune y otros ecologistas prometieron mantener la lucha contra los proyectos de Trump.

«Es un día oscuro para la razón, pero seguiremos peleando. La gente volverá a movilizarse», dijo por su parte Bill McKibben, cofundador del grupo ecologista 350.org y uno de los dirigentes de más alto perfil en cinco años de protestas contra el oleoducto Keystone XL.

La medida, por el contrario, fue saludada por legisladores republicanos.

«La noticia de hoy en una ráfaga de aire fresco, y prueba que el presidente Trump no dejará que grupos radicales con intereses especiales impidan hacer lo que es mejor para los trabajadores estadounidenses», dijo el senador republicano John Cornyn.

Las ordenes presidenciales ponen el acento en la promesa del mandatario de reducir regulaciones a favor de la industria y las inversiones, relajando controles para evitar impacto en el medio ambiente, algo que se había marcado como prioridad el gobierno de Obama.

En este sentido, y también hoy, Trump convocó a la Casa Blanca a los CEOs de las principales automotrices de Estados Unidos y les prometió reducir regulaciones ambientales «innecesarias» para facilitar la construcción de fábricas en Estados Unidos.

El mandatario dijo que con estos cambios espera estimular la creación de empleo en el sector industrial, una de sus principales promesas de su campaña previa a su triunfo en las elecciones de noviembre pasado.

En el encuentro, Trump dijo a los directores ejecutivos de Ford, General Motors y FiatChrysler, que las regulaciones ambientales estaban «fuera de control» y que su gobierno pondrá el foco en aquellas «auténticas regulaciones que signifiquen algo» y eliminará las que considere negativas para los negocios.

«Yo soy, en gran medida, un ambientalista. Creo en él (el ambientalismo), pero está fuera de control», dijo.