VIERNES, 06 DE DIC

El Chapo Guzmán, deprimido y leyendo el «Quijote»

Las autoridades del penal donde se encuentra preso, en el estado de Sinaloa, contaron que le regalaron la obra maestra de literatura de Miguel de Cervantes porque cuando llegó "se lo vio cansado".

Joaquín «Chapo» Guzmán, el hasta hace poco más poderoso criminal mexicano, capturado el 8 de enero pasado en su estado natal de Sinaloa, sufre depresión y para que salga de ella las autoridades del penal de máxima seguridad en el que se encuentra encarcelado le regalaron un ejemplar libro «El Quijote de la Mancha», de Miguel de Cervantes, considerado como la obra maestra de la literatura española.

«Llegó deprimido, cansado de estar huyendo, fue lo que indicó en su primera declaración cuando llegó al penal, por lo que le entregamos el libro del Quijote», reveló a Imagen Radio el titular del Órgano Administrativo de Prevención y Readaptación Social, Eduardo Guerrero.

La anécdota del regalo es una más de las que rodean la historia del narcotraficante, quien la noche del 8 de enero fue recluido en la misma cárcel de máxima seguridad de la que se escapó el 11 de julio de 2015 por un túnel de 1,5 kilómetro.

Guerrero dijo que «Chapo» recibe en su celda comida probada antes por un perro para evitar envenenamiento y solo puede comunicarse con sus abogados, aunque ha sido revisado por los médicos en tres oportunidades.

Además, contó que al penal del Altiplano, ubicado en el central Estado de México, llegó Emma Coronel, quien dijo ser su esposa, pero no tuvo acceso a Guzmán porque no están casados.

«Legalmente no es su esposa y no puede ingresar» hasta que demuestre que Guzmán «está divorciado o es su concubina», indicó el funcionario, quien comentó que el narcotraficante «tiene registradas a sus hijas, hermanas y mamá».

Desde su llegada al Altiplano, Guzmán ha sido cambiado de celda en once oportunidades, casi una por día, una medida que se puso en marcha en los últimos meses cuando se trata de objetivos considerados prioritarios para el gobierno, a fin de evitar una evasión.

Eduardo Guerrero dijo ser el responsable de que el líder del cartel de Sinaloa no se haga daño en prisión o que otros no lo lastimen.

Prácticamente a diario hace un recorrido de supervisión en el Altiplano; «todos los días me llegan informes de cómo se está llevando a cabo la seguridad», añadió.

Las medidas de seguridad se redoblaron a raíz de la fuga de Guzmán del Altiplano, la segunda después de la que protagonizó en 2001 en la prisión de Puente Grande, en el occidental estado de Jalisco.

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