Una semana después de una protesta llena de violencia en la famosa avenida parisina de los Campos Elíseos, el movimiento popular de los «chalecos amarillos» contra el aumento del precio de las naftas y la pérdida de poder adquisitivo, prevé nuevas manifestaciones el sábado en la capital.

Este movimiento iniciado el 17 de noviembre empieza a traspasar las fronteras de Francia. Un centenar de «chalecos amarillos» belgas se manifestaron igualmente el viernes en Bruselas.

Favorecido por el apoyo de dos de cada tres franceses y una petición «por una bajada de los precios del carburante» que superó el millón de firmas, el movimiento quiere que los responsables políticos les escuchen de nuevo en el centro de París.

Estos últimos no consiguen elaborar una respuesta, desconcertados por las reivindicaciones cambiantes de este movimiento nacido en las redes sociales, desvinculado de cualquier mando político o sindical.

El gobierno, saturado por los llamados de los políticos a hacer un gesto a estas reivindicaciones de los ciudadanos más vulnerables, intenta organizar un diálogo con representantes, por ahora en vano.

Los anuncios que hizo esta semana el presidente Emmanuel Macron -un dispositivo para limitar el impacto de las tasas al carburante así como un «gran diálogo»- no convencieron.

«Es viento», reaccionaron varios manifestantes, algunos de los cuales siguen acampados en las carreteras o en las rotondas.

«Necesitamos algo concreto, no humo», resumió Yoann Allard, un obrero agrícola de 30 años.

Controles en los Campos Elíseos

Macron reiteró el jueves desde Buenos Aires, donde participa en la cumbre del G20, que quería responder al «enfado legítimo» y «al sufrimiento de una parte del pueblo» con «decisiones adicionales en las próximas semanas y los meses que vienen», pero que «no serán una marcha atrás».

El ejecutivo subraya la emergencia ecológica para justificar sus medidas sobre los carburantes.

En una señal de apaciguamiento, el gobierno anunció que los Campos Elíseos estarán abiertos el sábado a los peatones, como lo pedían los «chalecos amarillos».

Pero se efectuarán controles y registros «sistemáticamente» organizados, precisó el ministro de Interior, Christophe Castaner, escarmentado por los episodios de violencia que marcaron la anterior manifestación del 24 de noviembre en una de las famosas más turísticas del mundo.

En esta arteria, por la que pasean entre 200.000 y 300.000 visitantes al día, los comerciantes tomaban sus precauciones con vistas a posibles nuevos altercados el sábado.

Señal de una ira social que no disminuye, se prevén concentraciones de estos ciudadanos que no llegan a fin de mes en otras ciudades del país, como en el emblemático puerto de Marsella, y en los territorios franceses de ultramar.