El pontífice manifestó que esos íconos navideños “tocan el corazón de todos, también de quienes no creen, porque hablan de fraternidad, intimidad y amistad, llaman a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir la belleza de lo simple, de compartir, de la solidaridad».

«Son una invitación a la unidad, a la concordia y a la paz. A hacer hueco en nuestra vida personal y social a Dios, quien no viene con arrogancia a imponer su potencia, sino que nos ofrece su amor omnipotente a través de la figura de un Niño», añadió el papa en declaraciones que reprodujo la agencia EFE.

Francisco pronunció estas palabras durante la audiencia que mantuvo con las delegaciones italianas procedentes de Verona (norte) y Catanzaro (sur), que donaron a la Santa Sede el portal de Belén y el abeto que serán iluminados hoy y que decorarán la plaza de San Pedro durante la Navidad.

La tradición de colocar un árbol de Navidad en la plaza de San Pedro comenzó en 1982, durante el pontificado de san Juan Pablo II.
Este año el árbol fue cortado sin daños para el medioambiente en la localidad de Fabrizia, en Calabria, y mide 25 metros de altura.