El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aseguró que está a punto de ganar la guerra contra las violentas pandillas que controlaban el 80 % del territorio de este país centroamericano y llamó a los salvadoreños a apoyar sin titubeos esta lucha.

«Hoy estamos a punto de ganar la batalla más difícil de todas, estamos muy cerca de ganar la guerra contra las pandillas», aseguró Bukele en un mensaje ante el Congreso y transmitido en cadenas de radio y televisión con motivo de su tercer año de Gobierno.

«En tres años hemos arrebatado el poder a los poderes fácticos y el pueblo y la gente ya siente cómo es vivir sin actividad de pandillas», subrayó el mandatario, citado por la agencia de noticias AFP.

Recordó que desde el fin de la guerra civil (1980-1992) las pandillas o maras habrían sido las causantes de la muerte de al menos 120.000 personas.

«En estos 30 años (después del fin de la guerra) el 70 % de los salvadoreños fueron afectados por la violencia» de esos grupos criminales, remarcó.

El Salvador, con unos 70.000 pandilleros, lucha por escapar de la lista de los países con más homicidios del mundo.

Tras el asesinato de 87 personas en el país del 25 al 27 de marzo, el Congreso, controlado por aliados del Gobierno y a pedido de Bukele, decretó un estado de excepción que ha sido prorrogado.

Bukele consideró que su país vive uno de los momentos más importantes en su historia, en alusión a la ofensiva contra el crimen, a pesar de que éste se desarrolla con la suspensión de las garantías constitucionales.

La Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó la prórroga de un nuevo mes de este estado de excepción.

La «guerra» de Bukele contra las pandillas puso a miles de soldados a patrullar las calles y llevó en los últimos dos meses a la cárcel sin orden judicial a más de 36.000 presuntos integrantes de las «maras», que se suman a 16.000 más que ya se encontraban en prisión.

El mandatario dijo que gracias a las acciones tomadas por su Gobierno el país va a pasar de ser el «más inseguro del mundo al país más seguro de América Latina», y puso como ejemplo que en mayo solo se registraron 17 homicidios en el país.

También aprovechó su discurso para cargar contra algunas voces críticas, entre ellos organismos internacionales, que le cuestionan signos autoritarios y le atribuyen violaciones a los derechos humanos.

«El Salvador es un país soberano, aquí vamos a tomar las decisiones que consideremos correctas para nosotros y nuestro futuro. Todos los que quieran apoyarnos son bienvenidos y construir este sueño con nosotros, y los que no, apártense», fustigó.

«No vamos a permitir a que vengan a nuestra casa a decirnos qué hacer o a darnos órdenes», señaló el mandatario al referirse a países que le han criticado por sus acciones.

Insistió «queremos tener buenas relaciones con otros países, queremos ser aliados, amigos, socios; pero no colonia, ni patio trasero, ni patio delantero, como le quieran decir ahora».

Arremetió contra organismos internacionales que lo critican de violar derechos humanos en el marco del combate a las pandillas y dijo que ellos «ni conocen El Salvador».

Las críticas de parte de sus opositores se mantienen desde que en mayo de 2021 con ayuda de sus aliados en el Congreso destituyó a magistrados de una sala de la Corte Suprema y quitó al fiscal general, lo cual fue considerado «antidemocrático» por Estados Unidos.

El mandatario cargó también contra la oposición de izquierda y derecha de los partidos tradicionales a los que derrotó en los comicios de 2019 y que le acusan de instaurar en el país una dictadura.

«Dicen que aquí hay una dictadura porque ahora sí hay liderazgo, hay valentía, hay firmeza y hay visión para hacer lo que el pueblo salvadoreño necesita (…) eso no se llama dictadura, se llama liderazgo y democrático».