Después de la resonante victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones del pasado 28 de octubre, una serie de análisis coinciden en que su victoria estuvo decididamente regida por las maniobras llevadas adelante por el Departamento de Estado de Estados Unidos.

Quien materializó el camino fue el juez Sergio Moro (ahora elegido ministro por Bolsonaro) a través de la megaoperación denominada Lava Jato que según voces autorizadas, tuvo su origen en la influyente oficina del gobierno del país norteamericano.

En tal sentido, el diplomático brasileño Samuel Pinheiro Guimarães había dicho en una entrevista que el juez federal de Curitiba “fue adiestrado en el Departamento de Estado” y que “viaja permanentemente a Estados Unidos”.

“Moro sabe como ganarse la aprobación de Washington”, indicó Guimarães.

Por otra parte, el periodista argentino residente en el Estado brasileño de Sergipe, Diego Vidal, detalló que “Moro es un sheriff de provincia” que cumplía “con la función que el poder real de Brasil le ha otorgado para sacar del juego a Lula”.

“Detrás de él, es evidente está el Departamento de Estado”, dijo sin dobleces Vidal.

Todo ello se dio cuando tanto Lula como su sucesora Dilma Rousseff, promovían vigorosamente el Brics que con la imposición del Lava Jato que además de deshacerse de estos dos políticos de primera línea, finalmente se tradujo en el desmembramiento de la mayor parte de las instituciones productivas de la nación, como así también en la polarización de la población brasileña.