El comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Qasem Soleimani fue víctima de un ataque con dron en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad. Otras siete personas murieron en el bombardeo, entre ellas Abu Mahdi Muhandis, líder de las Fuerzas de Movilización Popular de Irak.

Estados Unidos confesó el ataque asegurando que con él «estaba protegiendo a los funcionarios de su país en el extranjero». Y es que entre otras cosas, recuerda Washington, el general iraní estaba detrás del reciente ataque a la embajada estadounidense en Bagdad.

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En medio de un elevado clima de tensión en Irán, el ayatolá Jamenei prometió una dura venganza por la muerte de Soleimani, que ya ha sido reemplazado por Esmail Ghaani, jefe adjunto de la Fuerza Al Quds, encargado de las operaciones exteriores de Irán. Y que según afirmaron seguirá los mismos lineamientos de su antecesor.

Ghanni fue descripto por Jamenei como uno de los comandantes más condecorados entre 1980 y 1988 durante la guerra Irán- Irak. Y fue comandante jefe de la fuerza por dos décadas.

En 2017, Ghaani aseveró que Estados Unidos intentó sin éxito destruir Irán, acusando a Washington de crear Al Qaeda y grupos terroristas islámicos.

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En Kerman, ciudad natal del general caído, miles de personas se han echado a las calles en una demostración más de luto y rabia nacional. «Qasem no era sólo un guerrero o un gran comandante», decía una mujer mientras lloraba, «era la esperanza de los oprimidos de todo el mundo«.

Irán guarda ya tres días de duelo por el hombre que recuperó el peso estratégico del país en toda la región, mientras el mundo entero aguarda con temor las posibles consecuencias.