El Ejecutivo español -liderado por Pedro Sánchez- decidió este jueves retrasar la puesta en marcha de la «mesa de diálogo» sobre el conflicto de Cataluña hasta después de las elecciones regionales -aún sin fecha-, que anunció el presidente catalán, Quim Torra, lo que provocó un cortocircuito con los independentistas, de quienes depende la gobernabilidad de España.

La decisión de La Moncloa generó un gran malestar en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido que pactó ese instrumento a cambio de facilitar la reelección del socialista Sánchez y su gobierno de coalición con Unidas Podemos (UP).

«Aplazar la mesa de negociación es un incumplimiento flagrante del acuerdo y una irresponsabilidad absoluta. No tenemos tiempo que perder. Quedan muchos meses para las elecciones. Es urgente abrir la vía política», aseguró el vocero parlamentario de ERC, Sergi Sabriá, a través de Twitter.

El partido también acordó con los socialistas que Sánchez y Torra mantuvieran una reunión antes de la creación de la «mesa de diálogo» entre gobiernos recogida en el acuerdo de investidura.

Ese encuentro fue confirmado este jueves pese a que en un momento lo pusieron en duda tanto las autoridades españolas como de Cataluña.

A raíz del adelanto electoral en Cataluña, el gobierno de Sánchez sospechaba que Torra, representante del sector más radical del independentismo -y del ex presidente Carles Puigdemont-, intentaría boicotear el diálogo impulsado por ERC y principal carta electoral del partido liderado desde la cárcel por el ex vicepresidente catalán Oriol Junqueras.

Y el propio líder secesionista confirmó esas dudas hoy mismo cuando afirmó que el diálogo dependería de las «garantías» que Sánchez le diera respecto al reclamo de «autodeterminación y amnistía» para los presos secesionistas durante el encuentro previsto entre ambos el próximo 6 de febrero Barcelona.

«Necesito saber en qué condiciones negociaremos lo que haga falta negociar, que es el ejercicio de la autodeterminación y la amnistía», dijo este jueves Torra en declaraciones a Catalunya Radio.

Sin embargo, la vicepresidenta española Carmen Calvo le respondió que “de producirse, esa reunión se producirá en los términos de la seguridad jurídica del Estado de derecho de nuestro país”.

Para aclarar el confuso panorama, el Ejecutivo español publicó un comunicado en el que confirmó la reunión entre Sánchez y Torra, pero al mismo tiempo anunció la postergación de la mesa de diálogo pactada con ERC.

«El Gobierno espera poder iniciar dicho diálogo en cuanto haya hablado el pueblo catalán y se constituya el nuevo Parlament, así como el nuevo Govern. Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern, antes iniciaremos el diálogo», afirmó la nota.

La reacción de Torra no se hizo esperar. «Estamos convencidos de que Sánchez no cerrará ninguna puerta al diálogo, ni excluirá ningún contenido», sostuvo en otra misiva.

La esperada reunión se celebrará en pleno cisma político en Cataluña a raíz de la división entre los dos principales partidos independentistas respecto a la estrategia a seguir para continuar impulsando la secesión.

Torra no volverá a presentarse como presidente en las elecciones que previsiblemente se celebrarán en mayo o junio, pero su partido JxC apuesta por mantener la confrontación y defiende la desobediencia ante el Estado español y sus decisiones judiciales.

En cambio, ERC defiende la vía negociada, con la que busca ampliar la base social del independentismo para seguir presionando a favor de un referendo sobre la independencia de la norteña región.

De ERC depende que Sánchez pueda aprobar los presupuesto del Estado, el instrumento indispensable para poder gobernar y evitar que España vuelva a una situación de inestabilidad.