La Casa Blanca reveló este martes que impondrá nuevos aranceles sobre las importaciones de vehículos eléctricos, células solares y otros productos de energía limpia desde China, en una acción proteccionista que, se cree ampliamente, pone en peligro la ambición estadounidense de fomentar la competitividad y reducir las emisiones de carbón.

Según este plan, los aranceles sobre las importaciones de automóviles eléctricos subirán del 25 por ciento al 100. Contando una tarifa adicional de 2,5 por ciento sobre los vehículos importados al mercado de Estados Unidos, el total asciende a un asombroso 102,5 por ciento de impuestos sobre este producto.

El incremento de aranceles recientemente anunciado es principalmente un gesto simbólico, ya que la Administración Biden está tratando de parecer dura con China en medio de una batalla electoral presidencial cada vez más feroz.

Los impuestos actuales, inaugurados por el ex presidente norteamericano Donald Trump en 2018 y confirmados por el Gobierno de Joe Biden, han mantenido efectivamente a los vehículos chinos fuera del mercado automotriz estadounidense.

Los expertos han advertido que el alza en las tarifas podría impedir los ambiciosos objetivos de la actual administración de Gobierno de Estados Unidos, de descarbonizar la economía estadounidense para 2050, ya que el encarecimiento de las baterías y los vehículos eléctricos para los estadounidenses que luchan contra la inflación casi con certeza tornaría más lento el proceso de descarbonización.

En 2022, el Gobierno de Estados Unidos introdujo la ley climática más importante en su historia, la Ley de Reducción de la Inflación, con el objetivo de proporcionar aproximadamente 369 mil millones de dólares estadounidenses en incentivos fiscales y subsidios para industrias de energía limpia, incluida la de los automóviles eléctricos.

Prohibir que los autos eléctricos chinos de bajo precio y alta calidad ingresen al mercado estadounidense va en contra del objetivo de los políticos estadounidenses de proteger la industria automotriz de ese país, pero más bien perjudica el crecimiento de la industria y la transición verde, aseguraron observadores y conocedores del mercado.

La industria automotriz de Estados Unidos está muy retrasada en relación a los precios de los autos que maneja China, dijeron, y un contexto que elimina a los competidores no revitalizará la innovación energética de los fabricantes de automóviles estadounidenses.

«Encerrados en un mercado protegido por la distancia y los aranceles, y temerosos de los cambios desgarradores que requieren tanto los avances en electromovilidad como la competencia china, a muchos ejecutivos de fabricantes de automóviles estadounidenses les gustaría creer que todo el asunto de la transición energética fue solo un mal sueño», escribió el columnista de Bloomberg David Fickling, en un artículo de opinión publicado el sábado.

Según informes públicos, los gigantes fabricantes de autos estadounidenses, como Ford Motors y General Motors, han fallado a la hora de alcanzar sus metas de electromovilidad o han reducido el gasto en vehículos eléctricos.

«Los consumidores que quieran comprar automóviles asequibles, limpios e innovadores van a salir perdiendo», afirmó Fickling.