Grecia estaba el jueves de «duelo nacional» tras las inundaciones en las que murieron al menos 16 personas cerca de Atenas, calificadas como una «catástrofe anunciada» por la prensa y científicos, que criticaron décadas de urbanismo errático.

Según los bomberos, cuatro personas siguen desaparecidas un día después de que se produjera un alud de lodo en las zonas afectadas, las localidades de Nea Peramos, Mandra y Megara, a unos 50 km al oeste de Atenas.

La inquietud de las autoridades se incrementó por las lluvias torrenciales que se desataron nuevamente en toda la región de la capital.

«Nuestro problema ahora es lidiar con dos torrentes, uno de los cuales continúa corriendo por el centro de Mandra. Ahora hay una tormenta, las operaciones son muy difíciles», indicó a la AFP un responsable de protección civil.

El responsable imputó el elevado número de muertos al hecho de que cuando el torrente de lodo cayó desde el monte Patera, que domina Mandra, «era muy temprano y había mucha gente en sus coches para ir al trabajo».

La prensa griega criticó el jueves la falta de respeto desde hace décadas de la reglas de urbanismo.

Como un tsunami

El primer ministro Alexis Tsipras reaccionó la noche del miércoles decretando un «duelo nacional», una medida esencialmente simbólica. El ejército abrió los cuarteles para albergar a los que se quedaron sin hogar.

Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados el miércoles. En su mayoría perecieron ahogadas.

Los cuerpos de dos hombres –uno de ellos intentaba salir de su coche– fueron arrastrados hasta el mar, donde la policía portuaria los encontró.

El torrente de lodo «llegó como un tsunami», describió el miércoles por la noche a la AFP un comerciante, Evangélos Kolovetzos, cuyo local quedó totalmente destruido.

«Nuestras calles están destruidas (…) se inundaron unas mil viviendas, un tercio de la ciudad», indicó por su parte el alcalde adjunto de Nea Peramos, Stavros Fotiou.

Más de cien bomberos fueron movilizados el jueves por la mañana, intentando bombear el agua y el lodo que continuaba sumergiendo las rutas, y tratando de restablecer el suministro eléctrico y el agua.

Para el geólogo Dimitris Papanikolaou, «el desastre estaba anunciado», la urbanización en la zona bloqueó los cursos de agua.

«En la universidad hicimos de Mandra un caso de escuela para los riesgos de inundación», indicó este geólogo a la agencia Ana, denunciando una «intervención humana caracterizada por una ignorancia e indiferencia criminal».

El defensor del medio ambiente, Mihalis Petrakis, cuestionó la deforestación de las cumbres que rodean Atenas, por los incendios estivales, imputados algunos a la especulación inmobiliaria salvaje.

Según la televisión pública ERT, la vulnerabilidad de Atenas y su región ante las inundaciones quedó en evidencia por varios desastres, el peor de ellos en 1961, que dejó 40 muertos.