Joe Biden avanzó el pasado martes hacia la nominación del Partido Demócrata con una victoria crucial en Michigan y otros dos estados, tras la cual tendió la mano a su rival, el senador Bernie Sanders, afirmando que juntos van a derrotar a Donald Trump en noviembre.

En un discurso transmitido en vivo después de que los medios proyectaran su victoria en Missouri, Mississippi y Michigan, Biden tendió la mano a su rival, un gesto poco usual en una interna muy crispada.

«Quiero agradecer a Bernie Sanders y a sus seguidores por su energía infatigable y su pasión. Tenemos el mismo objetivo y juntos vamos a vencer a Donald Trump», dijo Biden desde Filadelfia.

De confirmarse estas previsiones de medios, el ex vicepresidente de Barack Obama, un político moderado de 77 años, sumaría la mayoría de los 125 delegados de Michigan, dando un duro golpe a Sanders en uno de los estados clave para ser ungido como candidato de los demócratas en julio.

«Aunque todavía queda camino, parece que vamos a tener otra buena noche», celebró Biden, quien afirmó que va a liderar una recuperación «del alma de la nación».

Michigan es un estado bisagra que optó por Trump en 2016, donde Sanders triunfó frente a Hillary Clinton en las internas demócratas de ese año.

En las primarias de la semana pasada Biden ganó 10 de los 14 estados, consolidando su estatus de favorito que le impulsó para la contienda de este martes.

En los últimos diez días, las primarias dieron un vuelco después de que el triunfo de Biden en Carolina del Sur revirtiera la racha de victorias de Sanders, quien rozó el liderato en Iowa y se impuso en New Hampshire y en Nevada.

Para cuando termine marzo, cerca de dos tercios de los delegados ya estarán asignados con la votación en estados con mucho peso como Arizona, Florida, Illinois, Ohio y Georgia.

La campaña de Trump descalificó los resultados de este martes afirmando que «nunca ha importado quién es el candidato demócrata».

«Son dos caras de la misma moneda», agregó el directivo de campaña de Trump, Brad Parscale, afirmando que ambos buscan imponer en el gobierno una «agenda socialista».