Hong Kong ha sido tradicionalmente una puerta de entrada a la economía de la China continental pero las recientes protestas contra una ley de extradición podrían a alejar a los empresarios instalados en este territorio chino.

Desde hace varios meses, un proyecto de ley que autorizaría extradiciones a la China continental desató grandes manifestaciones en Hong Kong e incluso disturbios con la policía, los más graves desde la retrocesión a Pekín en 1997 de esta ex colonia británica.

Muchos temen que el gobierno de Pekín utilice la ley para perseguir a los opositores políticos pero también a los extranjeros en este territorio semiautónomo.

Los empresarios aprecian en particular la estabilidad de Hong Hong gracias a su sistema legal heredado de los británicos.

«Hong Kong es una joya» (…) la ciudad más bonita de China, donde no hay miedo de que la policía te moleste», dice a la AFP el presidente francés de una compañía de inversiones.  Igual que otros empresarios preguntados por la AFP, el francés no quiere identificarse porque se trata de una cuestión sensible.

Según él, la fuerza de Hong Kong está en «la aplicación de la ley y del Estado de derecho, no vas a prisión sin razón, nadie cerrará tu empresa sin razón y sin poder defenderte ante un tribunal».

Hong Kong empezó a crecer económicamente a finales del siglo pasado hasta convertirse en un gigante de las finanzas y en la puerta de entrada a la China continental, la segunda economía del planeta.

Pero ahora, según Tara Joseph, presidenta de la Cámara de Comercio estadounidense en el territorio, «la credibilidad de Hong Kong está en juego».

Estados Unidos cree por su parte que el texto podría «dañar el entorno económico de Hong Kong y someter a nuestros ciudadanos (…) al caprichoso sistema judicial de China».
En el mismo sentido, la Unión Europea teme que la ley de extradición tenga «consecuencias potenciales considerables para (…) la confianza de las empresas en Hong Kong».

Opacidad

Los opositores temen la opacidad de la justicia china, donde la tasa de condenas roza el 100%, según estadísticas oficiales.

Los tribunales chinos están considerados a las órdenes del Partido Comunista y acusados de servir para acallar a los opositores.

Muchos en Hong Kong ven con preocupación el arresto reciente de dos canadienses en China, ocurrido poco después de que una dirigente de la compañía Huawei fuera detenida en Canadá.

O el caso hace unos años de varios editores de libros críticos con el gobierno de Pekín, que desaparecieron misteriosamente de Hong Kong y aparecieron más tarde detenidos en la China continental.

«Me instalé en Hong Kong precisamente porque no quería vivir en China», explica a la AFP un arquitecto extranjero que trabaja en todo el mundo. «Si Hong Kong se convierte en una ciudad china como las demás, no hay ninguna razón para quedarse».

Por su parte una estadounidense socia de un fondo de gestión cree que, si se adopta la ley, Hong Kong solo sería una parte más de China. «La gente podrá tener ganas de venir para tres o cinco años ¿Pero tendrá ganas de echar raíces si hay riesgos políticos? No lo creo», afirma.

Según las autoridades, el proyecto de ley quiere evitar que Hong Kong se convierta en refugio para criminales y aunque algunos delitos económicos fueron retirados del proyecto de ley, el sector económico sigue preocupado.

Es el caso de banqueros y contables, que temen poder ser juzgados por complicidad en caso de delitos cometidos por sus clientes, en un país donde las «penas por fraude financiero son severas», dijo recientemente Victor C.K. Wai, un banquero y contable retirado, en declaraciones al South China Morning Post.