El presidente francés, Emmanuel Macron, invocó este sábado el amor por los valores franceses de la libertad y de la lucha contra la injusticia para superar las divisiones que su país ha vivido en los últimos tiempos, en una alusión apenas velada a la crisis de los denominados «chalecos amarillos».

«Nuestro país a veces se divide y en estos últimos meses hemos vivido momentos difíciles de división y a veces de violencia de los que hay que saber salir», señaló Macron en un discurso de conmemoración de la liberación de los nazis hace 75 años de la sureña localidad de Bormes-les-Mimosas, cerca de donde pasa sus extensas vacaciones.

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El mandatario, sumamente criticado por la prensa francesa y dirigentes políticos por haberse tomado un mes de vacaciones, reconoció que «a veces hay buenas razones para estar en desacuerdo, y hay que respetarlas (…). Pero no hay que olvidar nunca que, al margen de cuál sea el desacuerdo, en otros momentos de la historia hemos sabido reconciliarnos».

Haciendo un paralelismo con los que en la Segunda Guerra Mundial combatieron para liberar el país de la ocupación alemana, subrayó que «es este amor por Francia lo que debe reconciliarnos».

Las protestas de los chalecos amarillos que se iniciaron el pasado mes de noviembre, aunque en los últimos meses han tenido muy poco seguimiento, han supuesto el mayor desafío político de la presidencia de Macron, que llegó al Elíseo en mayo de 2017.

Para el jefe del Estado «ser francés es no someterse a la injusticia», sino «abrazar una historia de amor por la libertad», y eso es lo que explica que personas de diferentes partes del mundo acudieran hace 75 años para luchar por Francia, según consignó la agencia de noticias EFE.

Macron admitió que durante la Segunda Guerra Mundial «hubo horas oscuras» por la ocupación y la colaboración de franceses con el régimen nazi, pero también hubo otras «que nos unieron y que marcaron nuestra historia».

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El presidente galo fue recibido por François Arizzi, el alcalde de Bormes-les-Mimosas, en cuyo municipio se encuentra el fuerte de Bregançon, residencia oficial donde el presidente está pasando las vacaciones junto a su esposa, Brigitte.

Será allí donde el lunes 19 reanude realmente su agenda diplomática tras el receso veraniego al recibir al presidente ruso, Vladimir Putin.

Esa semana también se espera que se reúna en París con el primer ministro británico, Boris Johnson, antes de la cumbre del G7 en la localidad vascofrancesa de Biarritz del 24 al 26, donde hará de anfitrión con los líderes de Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Italia y Canadá.