Miles de personas protestaron este martes en las calles de Israel contra la reforma judicial impulsada por el Gobierno conservador de Benjamín Netanyahu, horas antes de una votación en el parlamento (Kneset) sobre algunos de los puntos más controvertidos de la reforma.

«Vivimos días trágicos frente a un Gobierno que se apura por destruir la democracia. Solo nosotros, los ciudadanos, podemos detener el tren de la dictadura», declararon los organizadores en un comunicado que llamó a esta nueva jornada de movilización.

Desde el anuncio en enero pasado de este controvertido proyecto, decenas de miles de personas se manifiestan cada semana en Israel, en lo que se considera uno de los movimientos de protesta más grandes de la historia del país.

En ese marco, se realizaron concentraciones en decenas de ciudades del país, según los organizadores.

Miles de personas se manifestaron en Haifa (norte), Tel Aviv, Jerusalén, Petah Tikva y Rehovot (centro), informaron medios locales.

En Tel Aviv, varios miembros del grupo de veteranos del ejército «Ahim laneshek» (Hermanos de armas) formaron una cadena humana para bloquear la principal entrada al cuartel general del Ejército.

«Estoy dispuesto a luchar», declaró Ron Sherf, un excombatiente de una unidad de élite, de 51 años.

«El Gobierno quiere un poder ilimitado para poner en marcha una política que no es liberal, una política de supremacía judía», denunció Sherf, citado por la agencia de noticias AFP.

También se registraron marchas en una autopista al norte de Tel Aviv, que provocaron cortes de tráfico.

La policía informó de 19 detenciones por «alteración del orden público».

Esta jornada de movilización tiene lugar luego de que el Parlamento israelí adoptase la semana pasada en primera lectura una medida clave de la polémica reforma que pretende anular la posibilidad de que el Poder Judicial se pronuncie sobre la «razonabilidad» de las decisiones gubernamentales.

Hoy, la comisión parlamentaria de leyes debe continuar sus debates para presentarla en los próximos días al voto definitivo del Parlamento.

La denominada cláusula de «razonabilidad» había obligado en enero al primer ministro de derecha Benjamín Netanyahu a pedir la renuncia del número dos del Gobierno Arié Dery, condenado por fraude fiscal, tras la intervención de la Corte Suprema.

«Estamos aquí porque queremos salvar nuestra economía», dijo Inbal Orpaz, de 36 años, empleada en el sector de la tecnología, que salió a manifestar en Tel Aviv.

«Desde que se lanzó la reforma vemos el impacto en nuestra economía», agregó, al tiempo que lamentó el descenso de las inversiones en ‘start-up’.

La reforma impulsada por el Gobierno, formado en diciembre con el apoyo de partidos de extrema derecha y formaciones ultraortodoxas judías, busca aumentar el poder del Parlamento sobre el de la Corte Suprema.

El Ejecutivo considera que la reforma es necesaria para asegurar un mejor equilibrio de los poderes. Pero sus detractores afirman que podría empujar al país hacia un modelo autoritario.

El proyecto provoca críticas también en el exterior.

El presidente estadounidense Joe Biden pidió a fines de marzo al Gobierno israelí que busque consensos con quienes se oponen al proyecto.

Biden y Netanyahu hablaron por teléfono ayer, según la oficina del primer ministro israelí.

Un vocero de la Casa Blanca, John Kirby, declaró a los periodistas que los dirigentes «han acordado que se reunirán, probablemente antes de que termine el año».

Mientras tanto, Biden tiene previsto recibir hoy en Washington al presidente israelí, Isaac Herzog, quien desempeña un papel esencialmente protocolar, pero que también llamó a encontrar un compromiso sobre la reforma.