Un barco con 200 toneladas de ayuda para Gaza zarpó el martes desde Chipre, en un proyecto piloto, para abrir una ruta marítima que permita entregar suministros a una población que, según las agencias de ayuda, está al borde de la hambruna.

El barco humanitario Open Arms zarpó del puerto chipriota de Lárnaca remolcando una barcaza con harina, arroz y proteínas. La misión fue financiada en su mayor parte por Emiratos Árabes Unidos y organizada por la organización benéfica estadounidense World Central Kitchen (WCK).El viaje a Gaza dura unas 15 horas, pero una pesada barcaza remolcada podría alargar considerablemente el trayecto, posiblemente hasta dos días. Chipre se encuentra a poco más de 320 kilómetros al noroeste de Gaza.

El ejército estadounidense declaró que uno de sus buques, el General Frank S. Besson, también está en camino para proporcionar ayuda humanitaria a Gaza por mar. Desde el comienzo de la guerra, el 7 de octubre, las agencias humanitarias afirman que las entregas en Gaza se han visto obstaculizadas por problemas burocráticos y de inseguridad, e incluso los aliados de Israel exigen que se facilite el acceso de la ayuda al enclave.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar, Majed Al-Ansari, indicó el martes que los negociadores que buscan un alto el fuego entre Israel y Hamás, que controla Gaza, no estaban cerca de llegar a un acuerdo.

Washington había manifestado durante semanas que esperaba un acuerdo de tregua a tiempo para el mes sagrado musulmán del Ramadán, que comenzó esta semana, pero hasta ahora no se ha materializado.

La misión de suministro marítimo del martes fue la culminación de meses de preparación por parte de Chipre. El Estado miembro de la Unión Europea más cercano al conflicto está atento a los efectos indirectos de la agitación en Oriente Medio y observa el aumento de flujos migratorios desde el Líbano. El lunes llegaron más de 400 personas en barcos pesqueros.

Ante la falta de infraestructuras portuarias, la WCK informó que está construyendo un embarcadero en Gaza con material procedente de edificios destruidos y escombros. Se trata de una iniciativa independiente del plan anunciado la semana pasada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de construir un embarcadero temporal en Gaza para la entrega de ayuda por mar.

La construcción del embarcadero está «muy avanzada», aseguró el fundador del WCK, el cocinero español José Andrés, en una publicación en la red social X. «¡Podemos fracasar, pero el mayor fracaso será no intentarlo!», escribió, publicando una foto de los trabajos con excavadoras aparentemente nivelando terreno cerca del mar.

El gerente de activación de WCK, Juan Camilo Jiménez, afirmó a Reuters que un segundo buque zarparía en los próximos días. «Parte de nuestro cálculo es que el puerto estará listo cuando lleguemos allí y, lo que es más importante, tenemos un equipo allí para apoyar la distribución de esta ayuda», adujo, refiriéndose a un equipo de WCK que ha estado sobre el terreno en Gaza durante varios meses.

Pasos fronterizos vitales

La oficina humanitaria de la ONU acogió con satisfacción los esfuerzos para proporcionar ayuda por mar y aire, pero dijo que no sería suficiente. Las agencias de ayuda humanitaria afirman que tales esfuerzos sólo pueden proporcionar un alivio limitado, mientras la mayoría de los cruces terrestres estén completamente cerrados por Israel. «No sustituye al transporte terrestre de alimentos y otra ayuda de emergencia a Gaza», dijo el portavoz Jens Laerke. «No puede contrarrestar eso».

Israel afirma por su parte que no es el culpable del hambre en Gaza, ya que permite la entrada de ayuda a través de dos pasos fronterizos en el extremo sur del territorio. Las agencias de ayuda afirman que eso no es suficiente para hacer llegar suministros suficientes, sobre todo a la parte norte del pulverizado enclave, que está efectivamente aislada.

El Programa Mundial de Alimentos informó el martes de que había logrado hacer llegar un convoy de ayuda a la ciudad de Gaza, el primero que llega con éxito al norte desde el 20 de febrero.

«Por fin hemos podido entregar alimentos suficientes para 25.000 personas en la ciudad de Gaza a primera hora de esta mañana. Esto (…) demuestra que es posible el transporte de alimentos por carretera», señaló el portavoz Shaza Moghraby. «Esperamos poder ampliarlo. Necesitamos que el acceso sea regular y constante», añadió.
La ONU calcula que una cuarta parte de la población de Gaza corre ahora riesgo de inanición. «Nos están matando de hambre de dos maneras: la comida escasea y la poca que hay es tan cara que supera lo imaginable», agregó.

El conflicto ha desplazado a la mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, muchos de los cuales se hacinan en tiendas improvisadas con escasos alimentos y suministros médicos básicos en la ciudad meridional de Ráfah.

Disparos

El martes, las autoridades sanitarias palestinas informaron que nueve palestinos habían muerto y decenas habían resultado heridos por disparos israelíes cuando una multitud esperaba camiones de ayuda en la plaza Kuwait de la ciudad de Gaza. Israel no hizo comentarios inmediatos sobre el incidente.

«Bombardear concentraciones de personas hambrientas se ha convertido en una rutina diaria practicada por la ocupación y vista por la comunidad internacional en las pantallas», se quejó Ashraf Al-Qidra, portavoz del Ministerio de Sanidad de Gaza. «El hambre se cobrará la vida de todos los residentes en el norte de Gaza. La ayuda es muy escasa», añadió.

Hasta la fecha, las conversaciones de alto el fuego no han llegado a buen puerto: Israel afirma que sólo está interesado en una tregua temporal para liberar a los rehenes, y Hamás dice que sólo los dejará marchar como parte de un acuerdo para poner fin a la guerra de forma permanente.
Qatar, mediador junto a Egipto y Estados Unidos, dijo el martes que estaba trabajando para establecer un alto el fuego permanente, en lugar de una tregua a corto plazo. «No estamos cerca de un acuerdo de alto el fuego en Gaza, pero mantenemos la esperanza», dijo Al-Ansari en una conferencia de prensa en Doha.

(Reporte de Michele Kambas, Stamos Prousalis y Yiannis Kourtoglou en Chipre y Nidal Almughrabi en El Cairo; Gabrielle Tetrault-Farber en Ginebra y Michelle Nichols; escrito por Michael Perry y Sharon Singleton; Editado en español por Carlos Serrano y Aida Peláez-Fernández).