En 2011, un terremoto creó un tsunami que causó un colapso en la planta nuclear de Tepco en Fukushima, Japón. Tres reactores nucleares se derritieron y lo que sucedió después fue la mayor liberación de radiación al agua en la historia del mundo.

El desastre nuclear contaminó el océano Pacífico en sólo cinco años y aún continúan escapándose 300 toneladas de desechos radiactivos por día a la masa de agua más grande del mundo, contaminando todo el ecosistema.

Pese a los esfuerzos del gobierno japonés y científicos, los peces de la región, ya fueron afectados por la radiación de la central eléctrica. Incluso se detectaron altos niveles de radiación en peces capturados en la costa noroeste de los Estados Unidos y en Canadá.

Más al sur en Oregon, Estados Unidos, estrellas de mar comenzaron a perder piernas y luego se desintegraron completamente cuando la radiación de Fukushima llegó allí en 2013. No mucho después de Fukushima, los peces de Canadá comenzaron a sangrar por sus branquias, bocas y globos oculares.