El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, se dirige a Rusia con una tarea inusual e ingrata, mostrar una postura firme contra la potencia rival, aunque su jefe, el presidente Donald Trump, elija un tono conciliador.

Pompeo se reunirá el martes con Vladimir Putin en la ciudad de Sochi, sobre el Mar Negro, en el primer encuentro del representante estadounidense con el mandatario ruso desde la cumbre de julio en Helsinki, después de la cual Trump enfrentó cuestionamientos en su país por su excesiva confianza con Putin.

El viaje del jefe de la diplomacia estadounidense se produce menos de dos meses después de que el fiscal especial Robert Mueller terminara una investigación que concluyó que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales de 2016, pero que la campaña de Trump no actuó en connivencia con Moscú.

Entre los temas en común de ambos países figuran la situación de Venezuela, la guerra en Siria, los compromisos de control de armas y el conflicto en Ucrania, donde las potencias occidentales han intentando en vano durante cinco años poner fin al apoyo de Moscú a los separatistas armados.

A pesar de dirigir el gobierno estadounidense, Trump es un agente atípico en Washington, ya que prácticamente todos los altos funcionarios de la administración, incluidos Pompeo y legisladores de todo los partidos, abogan por una postura más dura hacia Rusia, que incluya sanciones por la interferencia electoral y su toma de Crimea en 2014.

Un funcionario del Departamento de Estado estimó que Pompeo, que también se reunirá con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, logrará avanzar en particular en un área: el control de armas.
El tratado New START, que limita el número de ojivas nucleares muy por debajo de lo establecido en la Guerra Fría, expirará en 2021 y Trump ha pedido un sucesor más amplio que incluya a China.

El propio Pompeo ha reconocido que esos objetivos pueden ser demasiado optimistas. Otro acuerdo clave, el tratado de las fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF), acaba de sucumbir con el retiro de Estados Unidos aduciendo su violación por parte un nuevo sistema de misiles ruso.

A pesar de las profundas divisiones en muchos puntos críticos, el funcionario del Departamento de Estado dijo que Rusia y Estados Unidos desarrollaron relaciones «constructivas» en Afganistán y Corea del Norte.

«Nos interesa tener una mejor relación con Rusia», aseguró a periodistas en condición de anonimato.