La elección del presidente de Irak en el Parlamento, que debía realizarse este lunes, fue aplazada de forma indefinida por falta de quórum tras una serie de boicots y la suspensión de uno de los candidatos favoritos, informaron fuentes oficiales.

La votación estaba prevista para la mañana de este lunes, pero acabó transformándose en una «sesión de deliberación», con solo 58 diputados de los 329, señaló el servicio de prensa del hemiciclo.

Cumpliendo con los boicots que habían anunciado, las principales formaciones faltaron a la sesión, por lo que un responsable que requirió el anonimato señaló que «no se realizará la votación para elegir al presidente», según detalló la agencia de noticias AFP.

El movimiento del influyente clérigo chiita Muqtada Sadr, primera fuerza del Parlamento, había anunciado el sábado que sus 73 diputados no participarían.

Poco después, el domingo por la noche, la Coalición de la Soberanía, con 51 diputados liderados por el jefe del Parlamento, Mohamed al Halbusi, aliado de los sadristas, también anunció que boicoteaba la sesión.

También otro pilar de esta alianza informal, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK, 31 diputados), realizó un anuncio del mismo tenor.

Tras la ola de anuncios, el Marco de la Cooperación, una alianza de partidos chiitas pro-Irán, expresó «la necesidad de no llevar a cabo la sesión» a raíz del «bloqueo de la situación política debido al caos tras las últimas legislativas».

Tras los comicios legislativos de octubre, en los que ganó Muqtada Sadr, el espectro político está dividido y tras cuatro meses de querellas, los pesos pesados de la política iraquí no han conseguido poner en pie una coalición parlamentaria mayoritaria.

Los pocos diputados presentes en el hemiciclo este lunes deliberaron sobre cuestiones rutinarias.

Desde las primeras elecciones multipartidistas de 2005, el puesto de presidente de la República, un cargo totalmente honorífico, está reservado de forma tácita a un kurdo.

Este año había unos 25 candidatos en pugna, pero destacaban entre ellos dos veteranos políticos: Hoshyar Zebari, un ex ministro del PDK, y el presidente saliente Barham Saleh, del partido rival, la Unión Patriótica del Kurdistán.

Este domingo, la justicia suspendió «temporalmente» la candidatura de Zebari tras una querella presentada por varios diputados a partir de acusaciones de corrupción.

Los demandantes consideran que Zebari no cumple con las condiciones requeridas por la Constitución para convertirse en presidente, y citan su destitución en 2016 por el Parlamento cuando era ministro de Finanzas «debido a acusaciones vinculadas con hechos de corrupción financiera y administrativa».

La denuncia menciona al menos otros dos casos judiciales en los que está implicado el exministro de 68 años, incluso cuando era jefe de la diplomacia.

«La justicia iraquí nunca me condenó», recordó la semana pasada Zebari en una entrevista en la televisión.

Se acuerdo a la institucionalidad iraquí, en los 15 días que siguen a su elección, el presidente debe nombrar a un primer ministro, elegido por la más amplia coalición del Parlamento.

Tras ser nombrado, el jefe de Gobierno, tradicionalmente chiita, tiene un mes para formar su gabinete.

Pero todo parece indicar que este proceso será complicado.

Muqtada Sadr, al aliarse con el PDK y la formación sunnita del jefe del Parlamento Mohamed al Halbusi, afirma querer formar un «Gobierno de mayoría nacional», pero esto rompería con la tradición de consenso que permite que todos los grandes partidos tengan una parte del poder.

Por otra parte, esa fórmula no tiene en cuenta a la Alianza de la Conquista, rama política de los antiguos paramilitares pro-Irán del Hashd al Shaabi, ni a sus aliados chiitas del Marco de Coordinación.

Estos quieren participar en las alianzas y formar parte de una mayoría.