El jefe del gobierno español saliente, el conservador Mariano Rajoy, se enfrenta desde este lunes a una misión que se vislumbra imposible: intentar formar gobierno, tras ganar las legislativas sin mayoría, en un parlamento fragmentado donde la izquierda se dispone a cerrarle el paso.

«Lío general», «Gobierno en el aire», se leía en las portadas de la prensa española, mientras la bolsa de Madrid se desplomaba, con todos sus valores en rojo, para cerrar en baja de 3,62%.

La habitual estabilidad del sistema político español, basado desde 1982 en la alternancia en el poder del Partido Popular de Rajoy y del socialista PSOE, quedó muy dañada por la violenta irrupción de dos nuevas formaciones -Podemos de izquierda radical y Ciudadanos de centroderecha- impulsadas por la indignación de los españoles ante la austeridad y la corrupción.

Sin la amplia mayoría absoluta de que disfrutaba desde 2011 y con solo 123 diputados en una cámara de 350, Rajoy aseguró que intentará formar gobierno, pero sus adversarios de izquierdas dejaron claro desde este lunes que se lo impedirán.

La izquierda dice no

«El PSOE le va a votar no al PP y a Rajoy», aseguró en rueda de prensa el número dos socialista César Luena, cuyo partido obtuvo 90 diputados.

«Ni por activa ni por pasiva, Podemos va a permitir el gobierno del Partido Popular, no con votos a favor ni con abstenciones», coincidió el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que dio la sorpresa logrando 69 escaños menos de dos años después de la fundación de su partido.

Solo el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, se mostró dispuesto a ceder para permitir la gobernabilidad de la cuarta economía de la Eurozona con la abstención de sus 40 diputados: «lo que necesitamos es (…) un gobierno en minoría que tendrá que tener la cintura suficiente para aceptar reformas».

Desgraciadamente para Rajoy, matemáticamente no basta. El panorama es por tanto más que incierto. El 13 de enero se constituirá el nuevo parlamento, tras lo cual el rey Felipe VI se reunirá con los representantes de los partidos para designar al candidato con más opciones de formar un ejecutivo.

Éste debe ser investido por mayoría absoluta en primera vuelta o por mayoría simple después. La oposición de PSOE y Podemos, más la abstención de Ciudadanos impedirían el éxito de Rajoy en ambos casos.

Si dos meses más tarde, ningún candidato ha logrado formar gobierno habría que convocar nuevas elecciones para intentar sacar al país de una inestabilidad preocupante para sus socios europeos.

«Corresponde a las autoridades españolas ver cómo España llega a dotarse de un gobierno estable que pueda jugar su papel en Europa», reclamó desde Bruselas el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Independentistas catalanes y vascos

«Nuestro mensaje a Europa es muy claro: soberanía es la principal palabra para nosotros de cara a organizar nuestro sistema político», pareció responderle Iglesias en rueda de prensa en Madrid.

El líder de Podemos detalló una lista de reformas que presentará a los otros partidos, en particular al PSOE, como condición previa a negociar la eventual formación de una gran alianza que expulse al PP del poder.

Dicha coalición necesitaría obligatoriamente el apoyo de al menos una parte de los nacionalistas e independentistas catalanes y vascos, que suman 25 diputados.

«Ahora toca calma, ahora toca reflexión», afirmó Iglesias. Si las otras formaciones aceptan la hoja de ruta de Podemos, «llegaremos a un nuevo escenario en que se podrá hablar de muchas cosas», agregó.

Podemos exige, entre otras cosas, que se reconozca la «plurinacionalidad» de un país donde los independentistas catalanes amenazan con avanzar hacia la secesión y los vascos reclaman más autogobierno.

E insistió en la necesidad de respetar su soberanía permitiendo referendos de autodeterminación, algo que fuera del círculo independentista sólo defiende su formación.

«La gobernabilidad queda muy tocada», señala la politóloga Berta Barbet, profesora de la Universidad de Barcelona y editora del web de análisis Politikon. «Los equilibrios serán muy complicados».

Y Fernando Vallespín, catedrático de ciencia política de la Universidad Autónoma de Madrid, añade: «se vislumbra una legislatura corta».