A la renuncia del jefe de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción de la OEA en Honduras, Juan Jiménez Mayor, por «falta de apoyo» de su secretario general, Luis Almagro, ante las “amenazas y presiones” sufridas al “tocar intereses” en este país, se sumaron las de otros dos de su miembros, lo que agrava la crisis política que se vive tras la cuestionada reelección del presidente Juan Orlando Hernández.

También renunció el procurador de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), Julio Arbizu, y la del ex juez chileno Daniel Urrutia Laubreaux, quien se integró a ese organismo hace unos meses, aunque esta última aún no se hizo pública.

El ex fiscal general hondureño Ángel Edmundo Orellana, culpó a Almagro de la «desaparición» de la misión de la OEA en el momento en que las «élites» hondureñas se sentían amenazadas. «El secretario general de la OEA deja sola a la Maccih cuando ésta se constituía en una amenaza real para las élites corruptas del país, tomando partido a favor de éstas, con su descalificación, y convirtiéndola en un apetitoso potaje adicional del pantagruélico festín de los corruptos», escribió Orellana en Twitter..

En una extensa carta difundida por los medios locales, Jiménez explicó las razones de su renuncia y lamentó «la falta de comunicación» de Almagro con él «desde agosto de 2017». «Esta tuvo su mayor expresión al no recibirme el pasado 30 de enero a pesar de que había viajado expresamente para reunirme con él e informarle sobre la situación actual de la Misión», agregó.

Según Jiménez, en esa visita, tenía la intención de notificarle a Almagro «los avances en las investigaciones» que está haciendo la Maccih, «las presiones y amenazas que estaba recibiendo con motivo de ellos, la necesidad de contar con autonomía administrativa y los recursos materiales y humanos necesarios para realizar nuestro trabajo».

La gota que rebalsó el vaso al parece fue una carta que Almagro le envió el miércoles al presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, en la que, entre otras cosas, señaló que «será necesario fortalecer el funcionamiento de la Maccih», porque no ha arrojado en algunos casos los resultados que se hubiesen deseado.

La Maccih, «a pesar de haber tenido recursos y plena libertad de acción por parte de la Secretaría General, no ha sido capaz de arrojar los resultados en cuanto a investigaciones y procesamientos por casos de corrupción que hubiésemos deseado y que le debemos al pueblo de Honduras», sostuvo Almagro en su carta a Hernández.

Jiménez recordó que el 24 de enero Almagro se pronunció sobre el caso de la red de diputados hondureños que integraron un “pacto de impunidad” en apoyo “al gran trabajo” de la Maccih, y luego emite una nota oficial al presidente Hernández manifestando lo contrario. “¿Por qué cambió; precisamente en un entorno donde hemos tocado intereses poderosos en Honduras?”, agregó en su misiva de renuncia.

La ex rectora de la Universidad Nacional de Honduras, Julieta Castellanos, afirmó que “todos recordamos que la Maccih llega al país como consecuencia del desfalco en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), y que causó una movilización sin precedentes en el país”.

“No creo que en este momento por la crisis política del país y por otros elementos que entran en el escenario nacional haya condiciones para que la ciudadanía se levante con aquella indignación que se levantó en el año 2014-2015 y que dio origen a este convenio entre la OEA y Honduras”, abundó.

Una crisis política que tras las elecciones presidenciales del 26 de noviembre pasado y las acusaciones de corrupción por parte de la oposición interna, generó grandes movilizaciones de protesta y represión que dejaron más de 30 muertos.

La misión de observación electoral de la OEA avaló en su informe la gravedad de los hechos de corrupción, por lo que reclamó nuevos comicios, y no avaló sus resultados, una decisión que inicialmente también apoyo Almagro, pero luego modificó ante el reconocimiento del triunfo de Hernandez por parte de Estados Unidos, Colombia y México.