Un adolescente canadiense-israelí murió y al menos 22 personas resultaron heridas por dos explosiones que se registraron hoy junto a paradas de colectivo en Jerusalén, en los primeros ataques en esa ciudad en años, que se dan en medio de un repunte de la violencia en la región.

«Dos potentes explosivos de alta calidad», con capacidad para producir «un alto nivel de daño» estaban escondidos detrás de una parada y en un arbusto, dijo a la prensa la jefa policial Sigal Bar Zvi.

Según señaló, debido a la naturaleza de los ataques, la Policía sospechaba que fueron cometidos por alguna organización, no por una persona aislada.

Ambas detonaciones ocurrieron en lugares cercanos, en las afueras de Jerusalén. La primera tuvo lugar poco después de las 7 de la mañana, en plena hora pico, y la otra, minutos después.

«Sospechamos que fue un atentado combinado», dijo la policía israelí, que reforzó la seguridad en Jerusalén. Una fuente de seguridad dijo a la agencia AFP que las bombas habían sido activadas a distancia.

El adolescente fallecido, un judío ortodoxo de 16 años que contaba con doble nacionalidad israelí y canadiense y estudiaba en una escuela religiosa de la Ciudad Santa, fue enterrado horas después del ataque.

«Con gran tristeza me he enterado de la muerte de un joven canadiense en un atentado terrorista en Jerusalén, y envío mis sinceras condolencias a su familia y amigos. Mis pensamientos también están con los heridos. Canadá condena esta violencia en los términos más enérgicos», declaró el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

El doble atentado también fue condenado por Estados Unidos y la Unión Europea, y la Casa Blanca ofreció su ayuda para esclarecer «estos actos de terrorismo».

El Shin Beth, los servicios de seguridad interna de Israel, apuntó que el último atentado en Jerusalén, la disputada ciudad en el corazón del conflicto israelí-palestino, había sido en 2016.

Los estallidos coinciden con fuertes tensiones entre israelíes y palestinos luego de meses de incursiones israelíes en Cisjordania, el territorio palestino que rodea a Jerusalén, y de ataques mortales contra israelíes que mataron a 19 personas.

Más de 120 palestinos murieron en esos operativos, la mayor cifra en siete años, según la ONU.

Durante la noche del martes, un adolescente palestino de 16 años murió baleado por soldados israelíes en la ciudad cisjordana de Naplusa, informó el Gobierno autónomo palestino.

En las últimas semanas hubo un repunte en los ataques palestinos en las zonas de Cisjordania bajo ocupación militar israelí.

La violencia también llega cuando el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu mantiene conversaciones postelectroales con líderes partidarios para intentar formar lo que se prefigura como el Gobierno de Israel más opuesto a descolonizar Palestina.

Netanyahu visitó a heridos en un hospital de Jerusalén y prometió hacer todo por devolver rápidamente la seguridad a Israel.

«Pelearemos contra el terrorismo cruel, que otra vez está levantando su cabeza. Haremos todo lo posible por devolver la seguridad a todos los ciudadanos israelíes, rápidamente», dijo a periodistas.

Itamar Ben-Gvir, un diputado extremista que pide la pena de muerte para los atacantes palestinos y podría convertirse en el ministro a cargo de la Policía bajo Netanyahu, dijo que el ataque mostraba que Israel necesitaba adoptar una postura más dura sobre la violencia palestina.

«Debemos exigir un precio al terror», dijo en el lugar de la primera explosión. «Debemos volver a tener el control de Israel, restaurar la disuasión contra el terrorismo», agregó.

El primer ministro saliente, Yair Lapid, convocó a una reunión de urgencia con los jefes de seguridad en el cuartel general del ejército en Tel Aviv y luego informó sobre la situación de seguridad a Netanyahu.

Lapid prometió capturar a los responsables del ataque, que no fue reivindicado.

El movimiento islamista palestino Hamas, que controla la Franja de Gaza «saludó» los atentados sin reivindicarlos.

Es el «precio de los crímenes y de las agresiones» de Israel contra el pueblo palestino, dijo Hamas en un comunicado.

Lo mismo dijo el grupo islamista palestino Yihad Islámica.

«La operación en la ocupada ciudad de Jerusalén es una respuesta natural a la ocupación (Israel), a su terrorismo, a sus prácticas criminales contra el indefenso pueblo palestino y sus sitios sagrados», dijo el grupo en un comunicado, sin reclamar autoría de los ataques.

En respuesta a unos ataques mortíferos en Israel en marzo y abril, el Ejército israelí efectuó más de 2.000 operaciones en Cisjordania.

Las operaciones israelíes y los enfrentamientos consecutivos causaron la muerte de más de 125 palestinos, el balance más grave desde hace siete años, según la ONU.

Por otra parte, el ejército israelí indicó que el cuerpo de un civil israelí de 18 años, que murió el martes en un «grave accidente de tráfico» en Cisjordania ocupada, fue «robado» del hospital de Jenín, bastión de facciones armadas en el norte de Cisjordania.

La acción no fue reivindicada inmediatamente, pero fuentes locales indicaron a la agencia de noticias AFP que combatientes palestinos en un campo de refugiados cercano estaban en posesión del cuerpo.

El secuestro de israelíes, vivos o muertos, ya sirvió en el pasado a grupos armados para pedir la liberación de prisioneros o la devolución de los restos de compañeros fallecidos.