En su último día como presidente, el uruguayo Jose Mujica insistió en su constante llamado a la integración regional, que defendió durante todo su mandato, al inaugurar junto a su par brasileña Dilma Rousseff un parque eólico binacional y lanzar una matrícula del Mercosur.

«Estamos muy lejos de estar integrados, pero es la primera vez que los gobernantes de América latina, cualquiera sea su definición, se consultan, conversan, acuerdan», dijo este exguerrillero de 79 años que mañana domingo traspasará el poder a un miembro de su partido Tabaré Vázquez (expresidente 2005-2010).

Mujica y Rousseff inauguraron en el departamento de Colonia (suroeste) el primer parque eólico construido mediante la inversión conjunta de las estatales eléctricas Eletrobras y UTE, que con una potencia instalada de 65,1 MW servirá a Uruguay.

Los dos países se han embarcado en un ambicioso plan de mejorar su cooperación energética, especialmente con la construcción en de un nuevo tramo de interconexión eléctrica a inaugurarse antes de mitad de año y que elevará la capacidad de intercambio de energía a cerca de 600 MW.

«Esto es un símbolo en pequeña escala de lo que tenemos que hacer», enfatizó Mujica.

En la misma línea, Rousseff defendió esta primera inversión de Eletrobras fuera del gigante brasileño y destacó que «forma parte de una visión de integración (…) y es el modelo que tenemos que seguir para construir con los demás países nuestra integración».

«Es posible la integración con los dos lados ganando y respetándose, generando empleo y absorción de tecnología para los dos paises», añadió Dilma.

Los mandatarios se trasladaron luego a la estancia presidencial de Anchorena, donde presentaron la «matrícula Mercosur», un sistema regional de patente de vehículos para el bloque que se completa con Argentina, Paraguay y Venezuela.

«Este es un símbolo y ojalá que abra la puerta de una sucesiva gestualidad de cosas en común, (…) hasta llegar algún día a discutir algunas cuestiones económicas que van a ser siempre determinantes para un proceso de integración», estimó Mujica, en una breve declaración a la prensa.

Según el mandatario, si se logran superar las dificultades «que empantanan el bloque se podrá avanzar en la discusión de políticas fiscales o monetarias comunes» sostuvo.

El primero en llegar a Montevideo fue Evo Morales, quien esperó las últimas horas de la presidencia de Mujica con la firma de un acuerdo sobre la participación de Bolivia en la construcción de un mega puerto uruguayo en el Atlántico.

En las primeras horas de su estadía en Montevideo, Morales visitó la sede de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración), donde su país tiene abierto un contencioso con Chile entorno a la libre circulación de camiones hacia el Pacífico.

Mujica, criticó en los últimos días la falta de visión regional de Argentina en una clara alusión a las medidas proteccionistas de su vecino, que han llevado el intercambio económica a sus horas más bajas en décadas.

Con Tabaré Vázquez esa situación no tiene perspectivas de mejora ya que durante su primer mandato mantuvo un duro enfrentamiento con Buenos Aires por la instalación de la pastera Botnia, sobre el rio Uruguay.

Mañana, 1 de marzo, Tabaré Vázquez retoma la presidencia de Uruguay. Y Mujica vuelve al senado.

Entre tantas cosa buenas que deja Mujica, a su entender, es la prédica contra el consumo y el consumismo: “la solidaridad entendida de alguna forma concreta, la práctica de una sencillez que aún siendo real, visible, ostentada, no llega a formularse explícitamente como virtud republicana, entre otras razones porque la fibra republicana es muy tenue”.

Muy lejos en el tiempo y muy cerca en la retrospectiva de una historia vívida queda aquello que se puede leer en el libro Memorias del calabozo, escrito por los ex líderes guerrilleros, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, cuando salieron de la cárcel con Mujica.

“En la década del sesenta, la oligarquía hunde a Uruguay en una profunda crisis económica como único modo de salvar sus privilegios. Tras esa crisis se desencadenaron las demás: la social, la política, la moral. El pueblo uruguayo resistió pagar las tremendas consecuencias necesarias para el salvataje de intereses minoritarios y antihistóricos. A partir de 1968 la oligarquía recurre a la violencia institucional. La represión golpea sin piedad. Entre las muchas formas de lucha que el pueblo opuso al avance del fascismo, estuvo la armada. Los tupamaros fueron una de sus expresiones organizadas”,