Un alumno de la Universidad de Fudan, en Shangai, fue ejecutado luego de ser condenado a la pena capital en China. El acusado había envenenado a su compañero de habitación diluyendo una sustancia letal en un distribuidor de agua. En febrero de 2014, un tribunal de Shangai había pronunciado un veredicto en el que estimaba que Lin Senhao había cometido un asesinato “por pura maldad”. El estudiante había utilizado un producto robado en el laboratorio del hospital en el que trabajaba como interno.

Durante su juicio en 2013, Lin Senhao se defendió afirmando que el envenenamiento de su compañero no fue una “broma” sin la intención de provocarle mayores daños, pero la acción acabó mal. La víctima, Huang Yang, murió dos semanas después de haber bebido el agua contaminada. Las últimas cifras conocidas de ejecuciones en China, datan de 2013, cuando según estimaciones, tuvieron lugar alrededor de 2.400 muertes. El gobierno no difunde cifras oficiales.