Por Facundo Díaz D’Alessandro

Tal y como había adelantado Conclusión, el Concejo Municipal de Rosario aprobó este jueves el proyecto para la construcción de tres torres, de 70, 60 y 40 metros, en la denominada “manzana 125”, que abarca las calles Rioja, Paraguay, Corrientes y Rioja.

También contempla un estacionamiento privado y público de cuatro plantas, un pasaje peatonal que atravesará la manzana, plaza pública y paseo comercial. En total, se prevé que el emprendimiento demande 500 empleos directos y más de 80 millones de dólares de inversión. Allí funciona ahora un estacionamiento. Se estipulan entre 12 y 15 años de obra.

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El expediente ingresó al Palacio Vasallo hace aproximadamente un año y tras varios cuestionamientos de organizaciones ambientales y distintos bloques legislativos, se destrabó el avance de la iniciativa auspiciada por el desarrolador inmobiliario Aldo Lattuca, el mismo que construyera las torres Dolphin, en Puerto Norte, o la torre ubicada en Corrientes y Jujuy.

Si bien ya todos los ediles sabían que se aprobaría la iniciativa desde hace dos días (o algunos más), cuando tuvo despacho favorable en la reunión plenaria de las comisiones de Planeamiento, Gobierno y Ecología, el debate en el recinto se extendió muchísimo y hasta tuvo picos de tensión. Hubo en las gradas presencia de trabajadores de la Uocra que apoyaban la aprobación.

El momento de mayor rispidez fue cundo el secretario adjunto de ese gremio de la construcción, Sixto Irrazabal, cruzó a la concejala Marina Magnani (Unidad Ciudadana), cuando exponía en el recinto al pedirle que “no hable por los trabajadores”.

Magnani había criticado a un concejal de Cambiemos por resaltar la generación de trabajo que representa la obra cuando bajo la gestión de Macri “se destruyeron 25 mil puestos de trabajo en Rosario”. En ese tren, aseguró que “por desesperación” los trabajadores apoyaban la iniciativa, lo que generó el repudio del dirigente sindical.

Intervino el presidente del cuerpo, Alejandro Roselló, y pidió al gremialista que desista de sus reproches bajo amenaza de desalojar el recinto.

Ideas de forma y posturas de fondo

Lo cierto es que hay expedientes cuya envergadura o significancia, más allá de esta obra en sí, resultan como casos testigos que permiten discutir otros temas de fondo, como modelo urbano de la ciudad, empleo y vivienda, entre otras cosas. Muchas veces los argumentos funcionan como pararrayos, coberturas ideológicas para justificar un voto en un sentido u otro.

El bloque que más resistencia opuso al avance del proyecto, en estos términos, fue el de Ciudad Futura. El concejal que lo preside Juan Monteverde, consideró que “se perdió una gran oportunidad” de ir a “hacia un modelo de ciudad distinto”, al tiempo que sostuvo que la institución garantiza de esta manera que “los ricos sigan siendo más ricos”.

Según aclaró, no se opone a la construcción sino a la lógica que auspicia y avala la misma. “Nosotros queremos que se construya pero no para los ricos. Los problemas del 99% siguen sin resolverse y el 1% sigue haciéndose más rico”, expresó.

También mostró artículos periodísticos europeos en los que se mostraba que ciudades como Berlín, París o Barcelona se ocupaban de congelar el precio de alquileres o limitar construcciones de este tipo.

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El voto que torció la suerte del proyecto, días atrás en la comisión de Ecología, donde estaba trabado, fue el del concejal Osvaldo Miatello, quien había dicho a Conclusión que, tras algunas modificaciones al texto original, “no es lo óptimo, pero se ha mejorado el proyecto en la medida de lo posible”.

En el recinto, Miatello bregó por la necesidad de buscar “un equilibrio” entre la necesidad de cuidar “la casa común” que es el ambiente, así como en no bloquear el desarrollo de obras que generan trabajo y mejoran de alguna manera el aprovechamiento del espacio.

Algo en lo que muchos concejales se ampararon a la hora de votar positivamente fue ese factor. Hoy en día, en el espacio donde se construirán las torres funciona un enorme estacionamiento, que genera pocos puestos de trabajo y da mucha rentabilidad que puede, según adujeron algunos como el edil e intendente electo Pablo Javkin, “se va a la timba financiera, lo único que funciona en este país hace muchos años”.

“Valoro la posibilidad de invertir, generar puestos de trabajo y redistribuir mejor que ahora esa riqueza”, puntualizó en ese sentido. También pidió asumir que existe en el país “una mala política de vivienda” así como “el fracaso insoslayable del Fonavi en Argentina”.

Por su parte, el edil y presidente del bloque de Cambiemos, Roy López Molina, dijo que se trata de “un buen proyecto, ojalá aparezcan muchos más”. Disintió con Miatello al afirmar que “el original era mejor” ya que los cambios de altura (se redujo una torre de 88 a 70 metros) “van a repercutir en una quita de espacio público”.

“Casi no conozco a Lattuca, pero es un buen desarrollador. Va a sumar inversión, modernización, y desarrollo urbano en un área (centro) que está despreciada, desmejorada. Después si el proyecto naufraga no es nuestra culpa”, agregó el concejal del Pro.

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En el peronismo, si bien varios integrantes del interbloque “Nacional y Popular” (que votó en contra enteramente a excepción de Miatello) se expresaron en el recinto, la voz cantante fue de la entendida en el tema y presidenta de la comisión de Planeamiento, Fernanda Gigliani.

Gigliani criticó las faltas a la normativa vigente que significa el proyecto, así como las afectaciones que tendrán tanto los vecinos que viven ahí actualmente (falta de luz y ventilación, por ejemplo) que repercuten en “calidad de vida”.

Igualmente, la edila sostuvo que “el Lattuca de este proyecto es un osito”. “Me asustaba más el Lattuca de Corrientes y Jujuy, así como los funcionarios municipales que otorgaron esos permisos de edificación sin que pasaran siquiera por el Concejo”.