Resulta inimaginable pensar que donde había una montaña de basura que crecía a su gusto, sin límites, hoy por hoy, una huerta comunitaria luce radiante sus vitales tomates, fruto, literalmente, del esfuerzo en conjunto, y de las manos laboriosas que se movieron para cambiar el paisaje del barrio.

Es que en calle Montevideo al 4.900, hace tan solo unos meses atrás, en esa esquina, bordeada por las vías del ferrocarril, yacía un rejunte de bolsas de nylon, y desechos que se acumulaban sin parar, sumado al olor nauseabundo que desplegaba, que impedía que la gente que allí vive pueda disfrutar del espacio. Si bien ya se había limpiado numerosas veces, siempre tenía el mismo final, se volvía armar.

Luego de idas y venidas, de incansables reclamos por parte de los vecinos de la zona quienes manifestaban su descontento en las reuniones barriales, finalmente se le encontró una solución, y en octubre del año pasado se inició el proceso de construcción de la huerta. Un antes y un después para la gente del distrito centro.

Tomates por basura: un antes y un después 

A través del área de Agricultura Urbana y de Economía Social de la Municipalidad de la ciudad se creó el proyecto para diseñar una huerta agroecólogica sin agroquímicos en aquel distrito. Y así fue, que con mucho trabajo en el  medio, lo que en un momento fue un sueño finalmente se concretó y aquella intersección de Paraná y Montevideo dejó de ser un punto donde se arrojaba basura, para transformarse en un espacio colectivo de encuentro. «La gente lo disfruta de otra manera, hoy en día hay un camino donde las personas pasan y se interesan», cuenta Fabio Strupeni, coordinador de Economía Social.

La huerta no sólo resignificó un predio olvidado, sino que además lo convirtió en un espacio de producción en donde los vecinos interesados mantienen sus parcelas, y se pueden llevar lo que producen, o hacer degustaciones grupales, donde comparten lo producido entre todos.

Además la campaña municipal también comprende capacitaciones para que quienes estén interesados elaboren su propia huerta en la casa, “Tratamos que los encuentros no solo estén dirigidos a quienes tienen un gran terreno sino a aquellos que tienen una terraza, un patio o un balcón ofrecerle distintas opciones y diseños para poder cultivar en espacios reducidos», destaca  Javier Couretot, Ingeniero Agrónomo del área de Agricultura Urbana de la Municipalidad.

«Tu alimento será tu medicina”

Además la producción  agroecológica consiste en una posibilidad de poder consumir productos recién cosechados. “Eso tiene un valor nutricional incalculable, y tiene una posibilidad de que esos alimentos se conserven por más tiempo y que lo que se desperdicia sea mucho menor», explica Couretot.

“Hay un interés mayor de los vecinos de alimentarse de una manera más sana, libre de venenos, y de poder conocer cómo y dónde se produce”, señala el especialista, y agrega: «La alimentación está muy relacionada con las posibilidades de construir salud. Si consumimos alimentos con altas cargas de conservantes y verduras con residuos de tóxicos, no ayuda a mejorar la calidad de vida y la salud”.

Por otro lado, también representa una herramienta para aquellos que elijen la agricultura urbana como un medio de vida, destaca Javier Couretot, «les permite comercializar los productos directamente, y así evitar una intermediación y mejorar la calidad en términos de conservación y nutrición para el consumidor».

Sin embargo, lo logrado hasta el momento no es más que el inicio de un proyecto con ganas de seguir creciendo y realizarse en otros puntos de la ciudad. «La idea es hacer en un futuro un compostaje, para que los vecinos puedan llevar sus residuos y así disminuir los desechos», dice Strupeni, y concluye: “Estamos recién iniciando, la idea es seguir avanzando. Tenemos muchos otros espacios para seguir produciendo».